Tras el emprendimiento, que es mucho esfuerzo y desgaste los primeros años, el emprendedor lograr superar esa etapa inicial y el negocio empieza a estabilizarse y posiblemente a crecer.
En ese momento, una pregunta que puede surgir en la mente del emprendedor es: y ¿ahora qué sigue? ¿Estoy haciendo lo correcto para administrar mi negocio?
El año pasado tuve la oportunidad de dar una plática para emprendedores desde la óptica de la gestión. Así que aquí comparto algunas ideas breves sobre qué considero importante al respecto:
- Tener claro cuál es tu modelo de negocio. Esto se refiere a tener claridad respecto a cuáles son tus clientes, cómo te conectas con ellos y cómo acceden a tus productos y servicio, cuál es tu propuesta de valor (por qué te comprarían a ti), tus actividades, recursos y socios clave y, finalmente, los mecanismos para generar ingreso y la estructura de tus costos.
- Conocer los fundamentos de la gestión. La gestión tradicional consisten en implementar actividades de planeación, organización, control y dirección. Así como gestionar las interacciones de la gente, el flujo de información y la toma de decisiones. Buenas prácticas de liderazgo son fundamentales en este punto. Asimismo, entender las diferentes funciones de una empresa y distribuirlas en procesos entre el personal, organizando a todos en áreas funcionales cuando sea conveniente. Finalmente, está definición del rumbo de la empresa.
- Ordenar tus procesos. Los procesos son el elemento clave de una organización para generar productos y servicios de calidad. Es necesario que estén bien definidos y cualquier problema resuelto para que se puedan dar resultados. Esto permitirá en su momento hacer lo que debe hacerse para tener una operación fluida.
- Entender el contexto interno de la organización. Entender los diferentes elementos de la organización y sus componentes, su desempeño histórico (calidad, productividad, variabilidad, costos, calidad del servicio, entregas a tiempo y completas), así como la cultura de la organización y la percepción de la gente sobre la empresa. Entender el contexto interno va de la mano con el análisis de los indicadores de desempeño convenientes.
- Entender el contexto externo de la organización. Conocer y entender como me afectan elementos económicos y de mercado, los cambios tecnológicos, políticos y legales, el comportamiento de la sociedad y la comunidad y temas ambientales. Todo lo que pudiera afectar una operación.
- Identificar fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas. Qué es lo que hacemos bien, qué es lo que estoy haciendo mal y debo mejorar, qué podemos aprovechar de lo que sucede fuera del negocio y que cuestiones externas amenazan a la operación.
- Tener un mapa claro de elementos clave de tu negocio. Aquello que es necesario atender, lo que debe estar en el radar del empresario en todo momento, y las prioridades para ir avanzando hacia donde interesa.
Estos puntos no son, de ningún modo, todo lo que debe saberse o hacerse. Son solo algunos de los puntos que considero importante considerar para iniciar. Estos puntos deben de ser conocidos, atendidos, monitoreados y el rumbo se debe ajustar según sea conveniente.
El reto, al final, es pasar de ser experto a ser gerente. Lo cual no es un paso sencillo, aunque es muy necesario. De no hacerlo se puede caer en una cultura artesanal o de apagafuegos y dejando de lado la importante función de administrar la empresa en base a sistemas de trabajo.
Se trata de pasar de la gestión intuitiva a la gestión sistemática. Tras estos fundamentos, es posible profundizar en otros temas, enfoques, metodologías y herramientas que soportan la gestión de un negocio.