Los malos jefes no son malos


He llegado a preguntar en eventos de capacitación si alguno de los participantes ha tenido un buen jefe o un mal jefe. La verdad creo que he pecado al hacerlo, sin embargo la razón de ello es que logro la reacción esperada para tocar el tema de liderazgo.

«Malo» aplicado a una persona, a un jefe, es una palabra complicada, pues por un lado podemos entenderlo desde un punto de vista moral, por así decirlo, y entender que es una persona que tiene la intención de dañar a otros. Por otro lado, podemos entenderlo desde el punto de vista de una persona defectuosa. Ambos casos no me agradan.

Leyendo en redes sociales e internet no es raro leer que «los empleados no dejan a las empresas, sino que huyen de los malos jefes». ¡Nuevamente esa palabra! Y para el caso podríamos aplicarlo a una empresa ¡una empresa mala! A mi me suena como la corporación de un villano buscando causarle daño a la sociedad. Y no dudo que las hay, así como mandos con valores torcidos que caben en la definición de malo, aunque también creo que no es la totalidad de las empresas ni la totalidad de las personas.

¿Cómo clasificar entonces a un jefe que no ejerce un correcto liderazgo, que no ejerce una correcta gestión, que se ha dejado envolver en «malas» prácticas? Para ello tenemos que analizar a los supuestos «malos jefes».

En más de 25 años de actividad laboral, trabajando, asesorando y capacitando personal en diferentes empresas, en diferentes industrias, he conocido un buen número de mandos, gerentes, directores y empresarios. Con el tiempo he llegado a la conclusión de que no son «malos» en el sentido de lo que escribí anteriormente. Cabe mencionar que su desempeño y resultados sí pueden ser malos, o defectuosos, aunque ellos no son «malas» personas.

Lo que si he encontrado son jefes, mandos, gerentes y demás:

  • Mal seleccionados. Esto es, su perfil no es el adecuado para la tarea que deben desempeñar. Típicamente esto no es su culpa, en todo caso es de la gente o procesos que los seleccionaron.
  • Mal desarrollados. Muchos mandos fueron promovidos sin una preparación previa. «¡Que aprendan sobre la marcha!» Aunque, si no sabes lo que no sabes que debes hacer, el desarrollo será lento y tortuoso. En ocasiones incompleto y deficiente.
  • Incompetentes. Si pones a una persona a realizar algo que no sabe hacer, va a tener malos resultados continuamente. Si no logra aprender por si misma, adoptará malos hábitos y más mal resultado dará.
  • Frustrados. Si pones a una persona a realizar algo que va en contra de sus fortalezas, algo que no sabe cómo hacerlo, eventualmente se va a frustrar. Estará haciendo cosas que esencialmente le consumen mucha energía y posiblemente le salgan mal.

La mala selección y el mal desarrollo generan jefes o mandos incompetentes. La incompetencia genera frustración y malas prácticas.

Para mí lo propio, y para el caso no solo en la posición de mando o jefe, es decir que tenemos gente incompetente. Pareciera que este término es «más malo» que decir que la persona es «mala». Sin embargo, si una persona es «mala» ¿puede cambiar? Nos meteríamos en un dilema ético-moral-filosófico.

Ahora bien, si la persona es incompetente, podemos tomar acciones para atender eso. Ya sea colocándola en un puesto acorde a sus fortalezas y con un adecuado desarrollo y capacitación. ¡Es algo que se puede atender!

Mi reflexión es que la próxima vez que encontremos un jefe, gerente o mando catalogado como «malo» hagamos un alto, mostremos un poco de empatía, conozcamos su historia. Muy probablemente él acabo en esa posición por factores ajenos a su control y con el tiempo desarrollo malos hábitos. Es muy probable que sea incompetente, a la vez que no sea una mala persona, simplemente los resultados que arroja lo hacen ver como el malo de la película.

Cierro con una cita que considero relevante:

La experiencia humana indica, de manera palmaria, que el tipo de hombre más abundante es el del incompetente universal. En consecuencia, hemos de cubrir los puestos de nuestras empresas con gente que, a lo sumo, descuella en una sola de esas capacidades y carezca, muy probablemente, de casi todas las muy modestas dotes de los demás. 

Tendremos que aprender a estructurar nuestras empresas de tal modo, que, todo hombre con fuerza en determinada área importante, pueda ponerla de manifiesto. Pero no lograremos la acción ejecutiva requerida elevando nuestras pautas de idoneidad y, mucho menos, aguardando al hombre dotado de genio universal. Tendremos que expandir el radio de acción de los hombres, por medio de las herramientas que se hallan a su alcance y no través del súbito salto cuántico de su capacidad. 

Drucker, Peter. (1967). El Ejecutivo Eficaz, De Bolsillo (Random House Mondadori 2013). Página 27.

P.D. El tema de malos e incompetentes aplica para cualquier persona y puesto en una organización.