Si alguna ocasión has visto un documental sobre el ascenso al Everest, seguramente has visto que lo hacen por etapas. Llegan al lugar, se aclimatan, suben a un campamento, se aclimatan, pausan y vuelven a subir y así hasta lograr la cumbre. Y luego de regreso igual.
En la vida he recibido varias veces lo que yo le llamo un «estate quieto». Y no ha sido agradable, pues en todos los casos esto implicó una visita al hospital, medicinas y quedarme quieto a fuerzas.
Con el tiempo, y los golpes a tu salud, aprendes que no se puede estar todo el tiempo en modo activo. El cuerpo y la mente se desgastan, te estresas y tu desempeño empieza a decaer. Lo sabes, lo sabemos y aún así lo ignoramos hasta que todo truena.
El arco siempre tenso termina por romperse.
Proverbio Japonés.
En ingeniería industrial se sabe que por cada cierto período de trabajo, los trabajadores de una línea de producción requieren de una pausa. En capacitación sabemos que por cada hora de curso se requieren 10 minutos de receso. En el ejercicio se sabe que se requiere dar tiempo sin actividad para que el músculo se recupere y crezca. Inclusive en la NASA han experimentado con pequeñas siestas en los astronautas para mejorar su desempeño.
Si no haces un alto eventualmente no rindes. A lo largo de los años, siendo empleado y luego realizando consultoría a empresas me he encontrado con el fenómeno del «trabajo continuo». Esto es, el caso en que se trabaja sin parar, a veces sin comer, a veces sin tiempo para la familia, sin tiempo para el esparcimiento y así por años y por años.
Recuerdo que la primera vez que fui gerente, el que era mi mano derecha, el superintendente se acercó a mi para preguntar si podía tomar vacaciones. ¡Claro le dije! ¿Cuándo fue la última vez que tomaste vacaciones?, le pregunté. ¡Hace 7 años!, me respondió.
En otra ocasión, en un diagnóstico a una empresa, me encontré con un supervisor que no había tomado vacaciones en ¡14 años!
No solo son los períodos de vacaciones importantes, sino las pausas o momentos de desconexión a lo largo de un día. En una ocasión leí un artículo que decía que un gerente debería, en promedio, aprender a relajarse 3 veces al día para evitar un deterioro físico e inclusive un colapso nervioso o un infarto.
Sin pausas, no rendimos. La mente se estanca, la gente se adormila, la productividad sufre y se comenten errores, a veces fatales.
Hoy en día se habla del mindfulness o conciencia plena, que se fundamenta en la práctica de la meditación. Se puede hacer hasta por cinco minutos y sentir el beneficio. También caminar, ejercitarse, dibujar, tocar un instrumento, tener un pasatiempo o simplemente sentarse a mirar el paisaje pueden ayudar a liberar la tensión en la mente y en el cuerpo.
Al impartir cursos para auditores internos de sistemas de gestión de calidad solicito a los participantes hacer el ejercicio de crear una agenda de auditoría repartida en varios días. Algo muy curioso es ver como, la mayoría de las veces, los participantes no consideran tiempo para comer. Piensan que pueden auditar 3 días seguidos de 9 am a 6 pm sin parar y sin hacer pausas. ¡Eso no funciona! De igual modo, nuestra vida sin pausa es ineficiente y, por experiencia, puedo decir que no es sano.
Yo he aprendido, y sigo aprendido, a darme tiempos, a desconectarme, a bajar el ritmo, a pausar, a detenerme, a respirar. Entre más rápido lo aprendamos, mejor nos irá.
Y cuéntame ¿qué haces para pausar tu acelerada vida? ¿Te das tiempo? Por que si en tu agenda no hay tiempo más que para el trabajo, eventualmente el arco se va a romper.
2 respuestas a “Haz una pausa”
Puedo agregar un truco: respirar profundamente por la nariz y exhalar por la garganta, utilizando un popote metálico.
Ayuda a realizar una pausa en tus actividades, oxigenar el cuerpo y fortalecer la capacidad pulmonar.
Interesante ejercicio. Habrá que ponerlo en práctica. Hay muchas técnicas de respiración y encontrar una que nos funciones es de mucha utilidad. Gracias por comentar.