Vivimos en una época que valora el cambio continuo. Pero eso no es fácil, a los seres humanos nos gusta más la estabilidad, la estabilidad es buena, pues elimina la incertidumbre. La incertidumbre genera miedo y desconfianza. Nos gusta lo seguro. Ya lo dice el conocido refrán:
«Más vale malo por conocido, que bueno por conocer.»
Refrán Popular
De hecho, nuestra cultura popular está llena de frases similares. «Si funciona no le muevas», decimos por ahí. Sin embargo, los retos de hoy nos requieren de tener una cultura ágil y adaptada al cambio.
Una vez regalé un libro a un cliente que se titulaba «No son las empresas grandes las que se comen a las pequeñas, son las rápidas las que se comen a las lentas». Esto fue hace más de 10 años, así que la necesidad de «agilidad» o adaptabilidad al cambio tiene tiempo ya.
Los cambios tecnológicos nos impulsan cada vez más a cambiar las cosas. Sin embargo, la mayoría de las empresas no logran adoptar un modelo práctico y funcional. La mayoría lucha contra el estancamiento (“aquí siempre lo hemos hecho así”) y contra la burocracia (el control excesivo).
El movimiento de la Calidad Total de los años 80s y 90s ya manejaba el concepto de la Mejora Continua y en la actualidad se habla de las organizaciones «ágiles» y «esbeltas».
Adoptar cambios no es fácil, nunca lo ha sido:
“No existe nada más difícil e incierto de realizar que dirigir la introducción de un nuevo orden de cosas, porque la innovación tiene por enemigos todos aquellos que han tenido éxito en las condiciones anteriores, y por tibios defensores a aquellos que pudieran tener éxito con las condiciones nuevas.”
Nicolás Maquiavelo. El Príncipe. – 1532
Cuando Henry Ford inicio su producción en serie y Frederick Taylor planteo los fundamentos de la Administración Científica, el enfoque era lograr el control, el cumplimiento, la estabilidad en las operaciones. Algo necesario para producir mucho de una sola cosa.
Sin embargo, con el paso del tiempo las cosas han evolucionado. De que el mercado quisiera mucho de una misma cosa (como el Modelo T de Henry Ford, que se vendía en negro y solamente en color negro). Hasta nuestro días plagados de la personalización y el cambio continuo.
Como comenté, la Gestión de la Calidad Total (o el TQM, por sus siglas en inglés), promovía el uso de pequeños grupos de mejora continua, los llamados Círculos de Calidad. Y he ahí un primer aprendizaje para lograr una organización «ágil o esbelta». Trabajar en pequeños grupos, descentralizar la toma de decisiones. La centralización tiene sus beneficios, pero en una empresa muy grande puede ocasionar parálisis, toma mucho tiempo lograr que se aprueben las cosas y promover el cambio. Pero por otro lado, el reto es proveer a los grupos pequeños de una visión, valores y de un marco de trabajo adecuado para operar autónomamente.
El caso de los Círculos e Calidad es uno muy interesante y el libro ¿Qué es el Control Total de Calidad? de Kaouru Ishikawa es una excelente lectura al respecto. ¿Lo has leído?
El tema del cambio y la cultura para lograrlo es sumamente amplio, así que lo continuaré en una segunda publicación. ¿Cómo trabaja el cambio tu empresa? ¿Han creado grupos para la mejora? ¿Cómo los han organizado? ¿Qué reglas o lineamientos siguen? ¿Buscan perseguir alguna metodología novedosa?