¡La verdad, en el fondo, tú tampoco quieres cambiar! Piensa en tu equipo de fútbol, en tu partido político o inclusive en tu religión. Ahora piensa que a partir de mañana apoyas incondicionalmente a otro equipo, partido político o religión. No lo harías.Y ¿por qué habrías de hacerlo? Estás cómodo con lo que tienes, con lo que eres, con el «status quo».
Lo mismo pasa con las organizaciones. Y entre más grandes y antiguas, más difíciles de cambiar ¿por qué ? Simple. ¡Por sus creencias! ¡Por su cultura!
Las empresas con el tiempo pasan a compartir un sistema de significados que los distinguen de otras organizaciones. Esa cultura puede ser fuerte o débil. Pero al final determina el actuar de la organización. Y sí, hay personas individuales que no quieren cambiar, pero el reto es el cambio en toda la empresa.
Para pensar en cambiar una cultura debemos conocer los mecanismos bajo los cuales los colaboradores de una empresa aprenden la cultura y a partir de ahí podemos trabajar:
- Historias. Las historias, anécdotas y relatos sobre casos de éxito y de fracaso. Sobre los héroes y villanos en la empresa conforman la organización. Los colaboradores, escuchan y se apropian de estas historias, las alteran y las usan como marco de actuación.
- Rituales. Piensa en una religión cualquiera, tienen sus rituales bien establecidos. Pero también lo tienen las universidades al ingreso y graduación de sus alumnos. Igual sucede en las empresas y esos rituales conforman la cultura. La forma en que se atiende a la gente, como se comporta el jefe con los subordinados, cómo se toman decisiones, cómo se contrata a la gente, cómo se promueve y recompensa a la gente, cómo se actúa ante los problemas y cómo se atiende a los clientes. Todo ello influye en la cultura.
- Símbolos. ¿Cuántas playeras o gorras tienes de tu equipo favorito? Los logotipos, colores, uniformes, la imagen de las oficinas o las fábricas, los premios y reconocimientos. Todo ello influye grandemente en lo que la gente cree que es la empresa.
Estos tres elementos combinados moldean el aprendizaje de la cultura organizacional de los colaboradores. Ahora imagínate, solo por un momento, ¿qué pasaría si gradual o drásticamente comenzamos a cambiar estos elementos? La cultura comenzará a ser diferente.
Yo recuerdo que hace años, un jefe decidió que todo mundo debía irse a su hora. El ritual era quedarse después del horario oficial de salida. ¡Hasta que se fuera el jefe! Entonces, él decidió que ahora todo mundo se iba a su hora. Y empezó haciéndolo él. Unos minutos antes de la hora oficial, comenzaba a recorrer la empresa y a decirle a todo mundo que se fuera. Hubo descontrol, pero con el tiempo las cosas cambiaron.
Reflexiona ¿qué historias, rituales o símbolos puedes ajustar en tu organización para comenzar a mandar un mensaje diferente a la cultura actual? Poco a poco, con apoyo de la gerencia y constancia, podrás ir alterando la cultura organizacional.
Nota: No olvidemos que los cambios organizacionales y culturales se miden en años y no en semanas o meses. No se puede cambiar la mentalidad de toda una organización de un día para otro. Tenlo en cuenta, se paciente, se constante.