Recuerdo que cuando estudié la universidad había un dicho:
«Cuando terminas la carrera crees que lo sabes todo, cuando estudias la maestría te das cuenta que no sabes nada y cuando estudias el doctorado te das cuenta que nadie sabe nada.»
Lo cierto es que muchos años después de egresar y colaborar profesionalmente con muchas empresas sé que yo no lo sé todo. Pero para el caso tú tampoco y de hecho nadie.
Nos gusta pensar que sabemos mucho, más de lo que realmente sabemos. Son sesgos cognitivos y podemos no darnos cuenta de ello (Por ejemplo, el Efecto Dunnig-Kruger).
La cuestión es, como en muchas cosas, aceptarlo, podemos trabajar para saber mucho, pero no todo, podemos ser expertos en nuestra especialidad. Aún así, nunca sabremos todo.
Por qué comento esto, por la razón de que es importante tenerlo en mente a la hora de gestionar y solucionar problemas. Creer que lo sabemos todo nos lleva, invariablemente, a algún tipo de suposición.
En las novelas de Sherlock Holmes, el protagonista menciona que «suponer predispone el juicio». Taiichi Ohno pedía a su personal «ver el área de trabajo con los ojos del principiante».
Saber que no lo sabemos todo nos permite estar abiertos a nueva información que puede «retar» nuestro conocimiento previo.
Saber que no lo sabemos todo nos permite buscar nueva información para corroborar o refutar nuestro punto de vista.
Saber que no lo sabemos todo nos permite escuchar a otros que pueden poseer un conocimiento diferente al nuestro y de ese modo complementar nuestra visión de un punto en particular.
Saber que no lo sabemos todo nos permite estar abiertos al aprendizaje continuo, que es, además una condición necesaria para no caer en el exceso de confianza y en la ceguera de taller.
Saber que no lo sabemos todo puede ser el primer paso para colaborar con otros. Algo muy importante para cualquier mando, gerente, director o empresario.
Existe una anécdota muy famosa sobre un conflicto entre Henry Ford y un diario norteamericano hace muchos años. En un momento durante el conflicto Henry Ford comenta:
«Permítame recordarle que en mi escritorio tengo una hilera de botones y que apretando el adecuado puedo llamar en mi auxilio a hombres capaces de responder cualquier pregunta que quiera hacerles en lo que concierne al negocio al que he dedicado casi todos mis esfuerzos. Ahora dígame para qué necesito llenarme la cabeza con conocimientos generales, con el fin de contestar preguntas, cuando dispongo de hombres a mi alrededor que pueden proporcionarme cualquier conocimiento que les pida.»
Ahora bien, lo anterior no implica que no debemos continuar adquiriendo conocimiento. Debemos hacerlo, pero siempre con la humildad y aceptación de que nunca podremos saberlo todo, pero podemos acercarnos bastante a saber lo que necesitamos saber para tener el mejor desempeño posible en nuestras actividades.
«Sin embargo, no es imposible que un hombre posea todos los conocimientos que puedan serle útiles en su trabajo, y esto, en mi caso, me he esforzado por hacer.»
Sherlock Holmes
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2 respuestas a “Yo no lo sé todo”
Todo eso es la verdad, làstima que muchos y muchas se piensan que lo saben todo, y aprovechan esa equivocaciôn para pisotear o humillar a los demàs. Eso es triste y decepcionante, también vergonzoso.
De acuerdo. Existen situaciones indeseables. Aunque ello habla más mal de la persona que lo hace que de quien hablan mal. Yo tuve una experiencia como esa hace muchos años. En retrospectiva lo veo muy diferente y me das idea para una futura publicación.
Saludos y gracias por comentar.