Esas fueron las palabras de mi jefe, el gerente general, cuando tras revisar los resultados de mis evaluaciones para determinar si me promovía o no a gerente.
Se me quedó mirando y continuó: «No te puedo dar la gerencia por que no sabes delegar». Entonces, me mostró una gráfica que mostraba el resultado de la evaluación en donde el concepto de delegación estaba muy bajo en la escala.
«Para ser gerente, tienes que saber delegar», me dijo. Tras un silencio y no saber que responder yo, él continuó: «Pero te voy a dar la oportunidad de que me demuestres que sí».
Recuerdo que salí de su oficina entre agradecido, emocionado y confundido. ¡Un nuevo Gerente! «¿Delegar?» pensaba para mis adentros. Cabe mencionar que en aquella época, yo era lo que se podía decir «autónomo». Y de repente me encontraba con varias personas a mi cargo y una asistente.
Y tengo que aceptar algo, la sensación de «soltar» algo que sabes que puedes hacer no es agradable. ¿Si lo sé hacer, para que lo delego?. Yo lo puedo hacer rápido y bien. ¿Qué caso tiene? Pero sabía que si quería demostrar que podía ser un gerente, tenía que «soltar» mis ganas de hacer las cosas por mí mismo.
Fue todo un proceso y no fue rápido ni sencillo. Poco a poco empecé a solicitar a mi asistente que me apoyara buscando información, luego pidiéndole que diera formato a unas cartas, enseñándole a realizar presentaciones para integrar los reportes a dirección y dejando que coordinara todo los arreglas para los viajes a visitar a los clientes en el extranjero.
La tensión inicial se convirtió poco a poco en alivio. El poder confiar en otra persona, para hacer «mis cosas», fue una sensación de liberación. Pero sobre todo darme cuenta que no eran «mis cosas», eran las cosas de mi asistente y yo tenía que estar haciendo «otras cosas». Lo que realmente se esperaba de mí.
Pasado el tiempo, en una evaluación de desempeño, mi asistente me comentó: «Jefe no sabes cuando miedo me di que te volvieran gerente, pues yo sabía que tu te hacías todo, tus cartas, tus presentaciones, tu información. Y pensé que me iba a quedar sin trabajo».
Afortunadamente, aprendí, en aquel entonces, que ser gerente no es ser experto. Que ser gerente no es hacer yo todas las cosas. Que ser gerente es confiar en los demás. Y que para confiar hay que entrenarlos y desarrollarlos y supervisarlos hasta que logran hacer las cosas del modo que se requiere. Y que se van a equivocar y en esos casos requerirán de apoyo y retroalimentación.
Aprender a «soltar» es un etapa muy importante. Pero no puede ser dejada al azar, no puede ser realizada sin supervisión y sin entrenamiento. No puede ser algo que nos quita responsabilidad. Más una vez que se logra, es una gran sensación de que ahora tienes la oportunidad de hacer lo que realmente se requiere: Ser Gerente.
Y tú ¿ya aprendiste a soltar? ¿Sigues queriendo asumir el papel de Experto? ¿Confías en los demás? ¿Has asumido el papel de Gerente que administra en vez del Super Experto que opera? ¿Fue fácil o difícil o sigue sucediendo? ¿Cuál es tu plan para soltar las actividades expertas que debería estar realizando tu gente?
5 respuestas a “¡No te voy a dar la Gerencia!”
Una de las cosas más difíciles para mi al asumir una gerencia, es (presente, por que aún me cuesta superarlo) el sentir que pierdo habilidades. Es decir, pasé muchos años desarrollando y mejorando mis habilidades como ingeniero en diseño mecánico, aprendiendo de materiales, procesos de manufactura, herramientas de análisis y simulación, etc, etc; me he esforzado por ser bueno en ello. Y ahora pasa que debo aprender nuevas habilidades diferentes a las técnicas que tanto tiempo me llevó pulir. Obvio que también es estimulante el aprender nuevas cosas que se requieren para ahora poder ser un buen gerente, pero, por otro lado, está la cosquillita de ya no poder hacer aquello que me apasiona: el crear un nuevo producto y verlo «nacer».
Como parte de nuestro crecimiento profesional también debemos ser capaces de soltar ciertas funciones (no solo el delegar), y aprender que podemos continuar nuestro desarrollo encontrando nuevas pasiones.
Que tal Oscar. Te entiendo perfectamente, pues yo pasé por algo similar. Es un paso difícil de dar, pero es importante entender que todo lo anterior fue un «regalo» que te diste a ti mismo y que te brindó muchas experiencias y momentos gratos. Y hay que verlo así, como una etapa, no como algo que nos define. El reto ahora, es aprender a ser gerente. Y te darás cuenta que ser gerente es potenciar que los «expertos» ahora puedan continuar con el trabajo que una vez nos definió.
Parte de la intención de este blog es justamente apoyar esa transición.
Me has dado idea para una futura publicación.
Aunque el texto lo escribiste como gerente viene a ser lo mismo cuando eres emprendedor e inicias tu negocio.
Realizas actividades que puedes delegar y no aportan realmente a tu giro o actividad
Si en algún momento tienes un buen empleado o empleada con buenas capacidades e iniciativa de pronto delegas y te da tiempo de hacer otras cosas. Pero si ese empleado se va o cambia de responsabilidades y no tienes atención cuando sustituyes su puesto de pronto por no capacitar bien al nuevo te pones a hacer cosas que ya no hacías y tus actividades se multiplican y tus resultados bajan.
Carlos, de acuerdo. También aplica en ese caso. Justamente, porque el empresario, funge como Gerente ya veces hasta como empleado de su propio negocio.
Lo que comentas de tener atención con los movimientos de los empleados es muy importante, de hecho se considera que una de las funciones más importantes de la gerencia es tanto la selección del personal, como su entrenamiento y desarrollo. Tanto para nuevos empleados como para promociones y movimientos o ajustes de responsabilidades. No hacerlo genera problemas como bien comentas.
[…] ¿Recuerdas tu primer día como gerente? Yo creo que ya no tanto, pero si recuerdo el día anterior cuando el Gerente General me llamó a su oficina para decirme que no me iba a dar la gerencia. […]