El tema con el trabajo gerencial tiene que ver en gran medida con la toma de decisión. ¿Qué hacer si no vino un colaborador? ¿Cómo atender un problema en la infraestructura de la operación? ¿Cómo garantizar que el personal sea competente? ¿Cómo minimizar la resistencia al cambio? ¿Cómo eliminar ineficiencias? ¿Cómo incrementar las utilidades? ¿Qué productos desarrollar? ¿Quitar o no a una persona con bajo desempeño? ¿Cambiar los esquemas de remuneración? ¿Invertir en nuevas instalaciones? ¿Establecer acuerdos con proveedores y clientes?
Todo este tipo de situaciones son el día a día del mando. Todos se pueden enfrentar a diferentes niveles de situaciones que pueden implicar decisiones conocidas y estructuradas, sin embargo, en muchos casos son las decisiones a situaciones desconocidas y no estructuradas las que retan la toma de decisión.
Lo primero que como mandos vamos a aprender (leyendo o en sangre propia) es que existe la incertidumbre. Esto es, hay cosas que podemos pensar que van a suceder con cierta probabilidad, pero al final pueden o no ocurrir. Asimismo, cosas que no estimamos que podrían suceder, simplemente suceden. El mando debe aprender que muchos problemas se evitan adoptando un pensamiento preventivo, pero también aceptando que no todo se puede prever, así que cuando los imprevistos sucedan, es mejor tener un esquema de pensamiento adecuado que nos permita sortear la situación.
¿Y qué es el pensamiento adecuado? Pues el pensamiento crítico. La realidad es que los seres humanos a pesar de tener desarrollada la capacidad de pensamiento tendemos a reaccionar y tomar decisiones de manera emocional e intuitiva. Esto tiene una función evolutiva útil en el día a día, pero en los negocios, en las empresas, puede no ser la mejor forma de proceder. De igual manera, los seres humanos estamos sujetos a distorsiones cognitivas, fallas mentales, por así decirlo, que afectan nuestra toma de decisión.
Así pues, el gerente debe saber que: existe la incertidumbre, puede verse abrumado y tomar decisiones impulsivas y emocionales, se va a ver afectado por distorsiones cognitivas. Ahí es donde el pensamiento crítico ayuda. Históricamente, el pensamiento científico es un método que nos ha ayudado a ver las cosas, lo más objetivamente posible, recopilando información, verificando las suposiciones, cuestionando lo que sucede y volviendo a empezar para aprender. Siempre pensado que lo que sabemos al momento puede cambiar en un futuro.
Conocer y entender cómo pensamos, cómo podemos atender los sesgos cognitivos y cómo podemos recopilar, procesar y revaluar información sin confiarnos de que ya sabemos toda la verdad es una forma de avanzar en la función gerencial. Obviamente, que esto no es intuitivo, pero podemos aprender a desarrollar rutinas que nos ayuden a tomar decisiones.
- Definir la situación. Esta es la primer rutina importante. Qué tengo enfrente, qué estoy viendo, qué información tengo, qué tan confiable es. Todo ello son cuestionamientos válidos en esta etapa.
- Entender la situación. ¿Por qué sucede una situación?, ¿requiero corroborar mis suposiciones?, ¿hay cosas que soporten lo que pienso?, ¿cuáles son los riesgos asociados?,¿qué distorsiones cognitivas podrían afectarme? Aquí el mando debe ser un curioso profesional.
- Alternativas de acción. No existen fórmulas en la toma de decisión, mucho depende de la situación y el contexto. Aquí la creatividad y la capacidad de estimar las consecuencias (de corto y largo plazo) son importantes. Al final se trata de gestionar riesgos, ¿qué tan probable es que resolvamos la situación?, ¿qué recursos necesitamos?, ¿qué gente, cómo afecta nuestra operación hacer esta decisión?
- Ejecución. Al final las decisiones se tienen que implementar, habrá problemas, imprevistos, resistencia, y mucho más que atender.
- Reflexión. ¿Hicimos lo que dijimos? ¿Funcionó? ¿Continuamos o ajustamos? ¿Qué aprendimos? ¿Qué sigue?
Obviamente, esto es una simplificación. El pensamiento crítico es ciencia y arte, son lineamientos, hábitos y esquemas de pensamiento. Puede ser tan formal o informal como amerite la situación, pero al final es importante tener clara la situación. Mucho del trabajo es ser como un explorador, ver dónde estamos, tantear al terreno, avanzar, verificar nuevamente donde estamos, decidir y volver a iniciar.
Muchos aprendemos esto de múltiples formas, es probable que ya hayas puesto en marcha estos elementos en el pasado. El reto es tener la disciplina y hábito de aplicarlo en el día a día.