Hace unos 28 años (1994), íbamos de regreso a la CDMX tras haber asistido a la boda de un amigo. Un amigo y su hermana irían en los asientos delanteros, él conducía el auto. Los otros tres nos sorteamos los lugares en el asiento de atrás. A mí me tocó en medio.
Salimos como a las 18:30. Unos 20 minutos tras pasar la primer caseta ya estaba oscuro, de repente, los faros del auto iluminaron una enorme masa peluda. Un enorme toro negro de unos 400 kg yacía muerto sobre el asfalto oscuro en la carretera de paga. Nunca lo vimos hasta que…todo dio vueltas violentamente y el auto se detuvo impactando del otro lado de la carretera.
El auto fue pérdida total. Todos sobrevivimos. Esta no es una historia sobre la suerte o la providencia, esta es una historia sobre hábitos, tenacidad y mentalidad.
Cuando me salió el sorteo de ir en el medio del asiento trasero, hice algo de lo cual yo tenía convicción y hábito. Me puse el cinturón sencillo, ese de solo la cadera. Todos los demás abordaron y también se pusieron los cinturones, tanto los de adelante, como los de atrás. Ese HÁBITO fue algo que hizo que todos sobreviviéramos. En mi caso si no hubiera traído el cinturón, sentado atrás, habría salido disparado por el parabrisas.
Tras el accidente hubo atención médica, yo regresé a la CDMX y estuve cerca de 3-4 meses con fuertes dolores y una lesión en el cuello. Al no traer cinturón completo que sujeta el hombro, el cinturón lastimó mi torso. Según el médico, si no hubiera tenido el HÁBITO de ejercitarme, me habría partido a la mitad.
14 años después, en el año 2008, un episodio de estrés detonó una contractura muscular desde el cuello hasta la espalda baja. El dolo me tiró al piso. Me inyectaron cortisona, el cuarto dio vueltas por 2 días. Al tercero el médico me revisó y me dio el parte. Mi lesión del cuello por el accidente estuvo mal tratada y se le sumó una afectación congénita en las vertebras bajas de la espalda. La cosa era simple, tenía que llevar a cabo una rutina diaria de fortalecimiento y rehabilitación de espalda y cuello durante 6 meses, sin fallar un día o tendrían que hacerme cirugía de columna en la espalda.
Más allá del dolor, era muy complicado pararme, sentarme y más acostarme para hacer los ejercicios en el piso. Durante mi juventud, entré diversas disciplinas deportivas que me dieron una MENTALIDAD de seguir adelante. No iba a darme por vencido. En la práctica del deporte un entrenador nos dijo una vez:
Que se diga de ustedes que el único día que no pudieron hacer algo fue el día que estaban muertos.
Asimismo, el practicar ejercicio por años, me había desarrollado la TENACIDAD del entrenamiento diario, aunque estuviera cansado, adolorido, con ampollas o lo que fuera, regresaba a entrenar. No era nada nuevo para mí.
Esa forma de pensar se integró fuertemente en mi forma de ser. Seguí mi rutina al pie de la letra por 6 meses, logré recuperar y evitar la cirugía. Sin embargo, a lo largo de los siguientes años (2008-2014), continuamente tenía episodios menores de estrés y de contractura en la espalda. Ya sabía que venían pues sentía la tensión en el cuello. Esa tensión degeneró en un problema en los nervios del brazo, lo que me llevó a no poder cargar cosas y un dolor crónico en los codos. Nuevamente a rehabilitación, meses para poder recuperar la funcionalidad en ambos codos.
Pero el estrés no se acaba, es parte del día a día, es parte de nuestra condición humana y laboral. Lo que tenía que hacer era cambiar mi mentalidad hacia ciertas partes del trabajo y adoptar nuevos hábitos. Hace 7 años (2015) comencé a llevar un diario para desfogar los pensamientos que me atormentan, muchas veces ficticiamente. Leí sobre meditación, conseguí un audiolibro, comencé a practicar, al principio, poco e inconsistentemente.
Previo a la pandemia había dejado un poco el ejercicio (2019), subido de peso y dejado la meditación. La pandemia no ayudo con el tema del estrés por la situación laboral incierta y todo lo asociado a este evento mundial. Así que tomé una decisión de hacer rutinas cortas de ejercicio-meditación-escritura. Poco a poco, la práctica se volvió en HÁBITO. ¿Y funciona? ¡Claro que funciona!
Estoy a punto de cumplir 3 años completos sin ningún incidente de contractura y el dolor de los brazos y codos prácticamente ha desaparecido. No ha habido grandes hazañas solo pequeños HÁBITOS constantes y continuos a lo largo de muchos meses. Bajé de peso más de 10 kg, hago mis ejercicios y meditaciones al menos 4-5 días por semana.
Muchas veces queremos cambios drásticos e inmediatos, pero mucho de lo que lograremos en lo profesional y en lo personal es resultado de una correcta MENTALIDAD, de una gran TENACIDAD y la formación de HÁBITOS. El reto tal vez es no esperar a un evento catastrófico para hacer lo necesario, aunque a veces la motivación de la adversidad es lo que necesitamos para ejecutar.