Previo a cualquier acción existe una decisión de tomar dicha acción.
De hecho, tomamos múltiples decisiones continuamente a lo largo de cada día. Por ello, en ocasiones menciono que la esencia de un ejecutivo y un mando es la toma de decisión. Las decisiones llevan a las acciones y ellas nos encaminan a los resultados que es la razón de ser de la función ejecutiva y gerencial.
De la calidad de esas decisiones dependen las acciones y resultados que obtenemos.
Podemos decir que existen 3 momentos críticos en los que debemos de tomar decisiones:
- Presente
- Pasado
- Futuro
Decisiones sobre el Presente
Estas son las decisiones más comunes.
Las decisiones sobre el presente tienen que ver con nuestro día a día y con la forma de ejecutarlo. Son decisiones en base a la información inmediata y las diferentes situaciones que se nos presentan. Son decisiones rápidas que realizamos en el «calor de la batalla».
Muchas de estas decisiones se basan en nuestra experiencia.
La experiencia destilada se traduce en intuición.
Son tantos los eventos que hemos presenciado que «ya sabemos por dónde» debemos dirigir las acciones. Nos apoyamos fuertemente en las reglas y criterios existentes. En general es una toma de decisión bastante informal.
Cuando nos encontramos con una situación inesperada es que podemos aplicar métodos más detallados de decisión.
Estas decisiones pretenden facilitar la ejecución diaria o destrabar los procesos.
Pueden referirse a la atención que damos a un problema a fin de que el cliente quede contento y poder continuar con la operación. Pueden tener que ver con la organización de las actividades diarias. Son acciones que tomamos de manera reactiva a lo que nos sucede en el día.
Decisiones sobre el Pasado
Las decisiones sobre el pasado generalmente tienen que ver con problemas, pero no con su atención (que se hace en el presente).
Estamos hablando tanto de lecciones aprendidas y de la solución a los problemas. Solucionar problemas para que no vuelvan a suceder. La solución de problemas requiere de más tiempo y una recopilación de información más detallada que la utilizada durante el día a día y la atención a los problemas.
Voltear hacia atrás nos obliga a analizar nuestros sistemas y procesos para luego tomar decisiones que nos permitan mejorar.
Quién no voltea al pasado, dicen, está condenado a repetir los mismos errores.
Tomar decisiones sobre el pasado requiere abrir espacios de tiempo para realizar la función de «investigador privado» y, sin suposiciones, llegar a conclusiones basadas en hechos y causas que permitan tomar decisiones apropiadas. Estas decisiones vienen aparejadas de cambios y modificaciones, no podemos mejorar haciendo lo mismo. Estas también son acciones reactivas que cambian hacia adelante la forma de hacer las cosas.
Decisiones sobre el Futuro
Quien no mira hacia adelante, está expuesto a verse sorprendido por múltiples acontecimientos.
Ciertamente no podemos predecir el futuro, aunque podemos imaginarnos escenarios y en base a ellos tomar decisiones. Las decisiones sobre el futuro tienen que ver tanto con el rumbo y estrategias para mejorar, así como con las decisiones relacionadas con los posibles riesgos a los que nos podemos enfrentar. Estamos hablando de acciones de prevención antes de que diferentes situaciones ocurran.
Esta es, una de las decisiones más difíciles de realizar.
Nos cuesta trabajo imaginar que las cosas serán diferentes al día a día que nos ha absorbido.
Imaginar el futuro, pensamos es de visionarios, aunque tiene que ver mucho con el hecho de poder anticipar que nuestras acciones cuenten con los elementos básicos y robustos. Para estas decisiones, en el entorno laboral, debemos considerar al sistema, los procesos, la gente, la infraestructura, los materiales, la información y las interacciones. Imaginar el futuro requiere de conocer y entender el presente tanto a nivel interno como externo.
La experiencia es importante para las decisiones futuras, así como el ser capaz de tomar decisiones en la incertidumbre (con poca información y con poca certeza sobre el resultado).
La experiencia nos enseña que las cosas no siempre salen como lo planeamos y por ello es necesario tomar precauciones.
Tomar mejores decisiones
Como ejecutivos y mandos tenemos que conocer diferentes enfoques, metodologías y herramientas para la toma de decisión.
Debemos darle el peso que merece la toma de decisión. Debemos hacerlo con seriedad y responsabilidad sobre las consecuencias de nuestras acciones. Debemos aprender a tomas decisiones en los tres espacios temporales sin que nos consuman las decisiones del presente.
Aprender a tomar decisiones es un proceso, o más bien un camino, no tiene un destino fijo.
Tomar decisiones requiere de un estudio, entendimiento, práctica y reflexión constantes.
¿Cómo te ves a tu mismo en tu capacidad de tomar decisiones? Cuando te respondas, intenta no ser presa del exceso de confianza y de la ceguera de taller. En general, consideramos que somos mucho mejores de lo que en realidad somos. El uso de buenas técnicas y buenas prácticas nos ayuda a evitar sesgos y riesgos a la hora de decidir.