En una ocasión realicé el apoyo y orientación a una empresa para la implementación de un sistema de gestión de orden y limpieza, en el medio industrial se conoce como la técnica de las 5s.
Este tipo de proyectos son de mediano plazo 6 meses a un año o más. Y ya llevaba yo unas semanas asistiendo regularmente a la empresa y conociendo e interactuando con los colaboradores de esta. Un día llegué y me encontré a uno de los técnicos de mantenimiento con la mirada baja y pensativo y me acerqué a él.
–Que tal buen día.
–Buenos días Ingeniero.
–¿Cómo estamos? ¿Por qué tan pensativo?
En ese momento yo esperaba una respuesta de esas de cortesía diciendo que todo bien y que no pasaba nada.
–Sabe –hubo una pausa– tengo que revisar esta máquina que está presentando problemas.
Percibí, en ese momento, por su tono de voz, que la situación no era tan trivial y que había algo de fondo.
–Entiendo –y me presté a seguir escuchando.
–Lo que sucede Ingeniero, es que… mejor venga y le muestro.
Comenzó a caminar rodeando la enorme máquina y yo le seguí. Llegamos a un extremo donde en la parte inferior se formaba una especie de U invertida. Ese espacio parecía una especie de túnel que se extendía a lo largo de la máquina.
–Tengo que meterme por ahí –nuevamente una pausa– pero mire, agáchese conmigo para que vea.
Procedí a agacharme casi a nivel de piso para poder ver el inferior de la máquina.
–Me tengo que meter ahí para inspeccionar y ¡me da mucho asco!
La visión dentro del pequeño túnel no era para menos. Del techo de la U invertida colgaban, literalmente, columnas de aceite y grasa sucios. Como estalactitas que cuelgan de una cueva. Montones y montones de ellas, todas juntas formando una barrera aparentemente impenetrable de una masa negra grasosa.
–¡Y tengo que entrar boca arriba para inspeccionar!
No pude más que mostrar una enorme compasión y empatía hacia este pobre técnico que tenía un gran reto por delante. Honestamente, a cualquiera le habría causado la misma sensación de repugnancia y desagrado.
Lección aprendida
En aquella ocasión me di cuenta de las condiciones en que la gente tiene que laborar y que pasan desapercibida para sus mandos. Mandos que por cierto no recorren las áreas y no se toman la molestia de observar las condiciones en que su gente trabaja. No importa si es una operación industrial o una operación de servicios o administrativa.
Múltiples veces he escuchado a mandos y directivos quejarse de que la gente no hace su trabajo, de que no está comprometida, de que no se pone la camiseta y no saca su trabajo a tiempo. Sin embargo, también me di cuenta de que muchas ocasiones esas actitudes y comportamientos tienen un fundamento que debe ser explorado. A lo largo de los años, por ese incidente y otros similares, tiendo a aproximarme a la gente para ver en qué condiciones realizan sus actividades y busco sensibilizar a los mandos y empresarios sobre ello. Hago recorridos en los que pido que me acompañen mientras revisamos las condiciones en que se realizan las actividades.
Hoy les pido a dichos mandos y empresarios que antes de cuestionar y regañar a la gente se acerquen con ellos, observen y le pregunten a su gente ¿cómo le pueden ayudar? ¿qué obstáculos les impiden realizar sus actividades? De ahí salen buenas ideas para la mejora.