No sé PowerPoint


Al poco tiempo de recibir mi gerencia. Uno de mis colaboradores, con quien competí para la posición de gerente y, de hecho, quien se pensaba que iba a ser el próximo gerente se acercó conmigo. 

–Hola Inge. ¿Podemos platicar?

–Claro, adelante. Toma asiento. ¿En qué te puedo apoyar?

–Sabes, tengo que aceptar que me pudo mucho que te dieran la gerencia. Inclusive fui a platicar con el gerente general por lo mismo. Estaba yo muy desilusionado. 

En ese momento me di cuenta de que iba a ser una plática cargada de emociones y continúe escuchando en silencio. 

–El gerente general me explicó que, aunque yo tengo la experiencia de muchos años en el producto, lo que la empresa está buscando tiene que ver con otras cosas. Me explicó que el puesto requiere conocimiento de planeación, de inglés, de elaborar procedimientos, descripciones de puesto e inclusive el poder armar presentaciones para los clientes.

Yo continuaba escuchando con toda mi atención, asintiendo a lo que me decía y estando en silencio. No sabía realmente hacia donde tomaría dirección la plática. 

–El gerente general me preguntó que si yo tenía todas esas características o atributos o competencias y tuve que ir aceptando que no, no sé todas esas cosas, no sé PowerPoint. En ese momento entendí que, a pesar de mis años, yo no estoy preparado para la función de gerente en la empresa. Y bueno, solo quiero que sepas que yo no soy sentido. Sabes, yo soy de San Luis Potosí y de donde yo vengo no somos sentidos. Así que te deseo lo mejor y estoy en la mejor disposición de apoyarte y continuar apoyando al área. 

Sentí un alivio. Le agradecí, continuamos conversando unos minutos más. Le dije que él aún podía aprender cosas nuevas y que contaba con todo mi apoyo cuando lo necesitara. 

Se despidió y salió de la oficina. Y pasaron los días. Un sábado, estaba yo en mi casa cuando recibí una llamada. 

–¡Hola Inge! Soy yo… ¿tienes un minuto?

–¡Claro!, adelante. 

–Fíjate que estoy aquí en Sanborns en la sección de libros y hay un montón de ellos sobre computación y sobre PowerPoint. Como te mencioné, no sé nada al respecto, sin embargo, quiero aprender. ¿Puedes apoyarme a escoger uno?

–Claro que sí, a ver dime que dicen las contraportadas. 

Pasamos los siguientes minutos en el teléfono comentando sobre los libros y su contenido. Finalmente, de todos los que me mencionó sugerí algunos. Me agradeció muy contento y colgamos. 

En las semanas, y meses siguientes, aunque nosotros en el área de ingeniería solo laborábamos de lunes a viernes, me enteré de que él iba todos los sábados en la mañana a la oficina, se sentaba frente a su computadora y practicaba diligentemente con sus libros recién adquiridos para aprender a usar la computadora y los programas que la posición de gerente requería. 

Lección aprendida

Aquella situación me permitió ver que, en ocasiones, como profesionistas no tenemos claro cómo debemos prepararnos para movernos dentro del ámbito empresarial o corporativo hacia posiciones de gestión. Algunas empresas hacen planes de carrera claros y van llevando a sus colaboradores de la mano. Pero en muchas otras, aún no, y en aquella época, en nuestra empresa, aún no se estilaba. 

A lo largo de los años, he visto muchos gerentes y aspirantes a gerentes estancados en su técnica, pero sin desarrollar las competencias requeridas para realizar sus labores de gestión de una manera adecuada. Pensamos que con solo tener años de experiencia en lo técnico es posible asumir una posición de liderazgo y de gestión. 

Es muy importante adoptar un hábito de crecimiento y aprendizajes continuos, y no solo en los temas de nuestra especialidad, sino en aquellos que requiere la siguiente posición a la que aspiramos. 

Aquella situación también me dejó claro que somos nosotros mismos quienes tenemos el poder de cambiar nuestra situación. El ver a mi colaborador vencer sus miedos y decidirse con valor a afrontar la situación lo que le permitió tomar acción, fue muy inspirador. Él era al menos unos 25 años mayor que yo. Él tenía el objetivo claro, que no le volviera a pasar que no estaba preparado para asumir la gerencia si la oportunidad se volvía a presentar. Había pasado 30 años en la empresa volviéndose técnico y, en ese momento, entendió y decidió prepararse para estar listo. Esa es la actitud que debemos tener desde nuestro primer día laboral si es que es de nuestro interés en algún momento el aspirar a una posición gerencial.