Hace muchos años, cuando fui parte del programa de formación de talento y de mandos de una empresa, tuve acceso a mucha formación y experiencia. Entre ellas la de realizar prácticas en diferentes empresas.
En una ocasión, en uno de los cursos con uno de los mentores que nos orientaban. Alguien comentaba que había muchas cosas mal en las empresas en las que hacíamos prácticas y que debería de hacerse algo.
El mentor escuchó el comentario, o más bien reclamo, y entonces procedió a explicar:
–Es muy interesante que se den cuenta de lo que está mal. Justo por eso los estamos preparando, para que identifiquen esas situaciones. Sin embargo, no pueden ir diciéndole a todo mundo que están mal y esperar que ellos cambien.
Escuché aquellas palabras pues resonaron en mí, yo también veía muchas cosas que podrían arreglarse y poca acción en las empresas.
–Deben de tomar en cuenta que cambiar no es sencillo. Nadie les va a hacer caso, pues no se han ganado su confianza. Cuando entren a las empresas, les van a asignar un metro cuadrado de responsabilidad. Su trabajo consiste en llevar a cabo ese metro cuadrado de la mejor forma. Cuando eso suceda, se habrán ganado la confianza y les darán otro metro cuadrado. Si lo ordenan, controlan y mejoran les darán otro metro cuadrado y así sucesivamente.
Esas palabras comenzaron a hacer sentido en mi mente. Había que ganarse esa confianza, había que dar resultados.
–Lo importante –continuó. Es que cuando lleguen al punto en que tienen suficiente autoridad para hacer realidad los cambios, y conforme tengan más responsabilidades y carga de trabajo, el reto es que no los absorba el día a día hasta el punto en que se les olviden todos aquellos temas y problemas que, en su momento, se dieron cuenta que había que resolver y que notaron que nadie los atendía. El reto es mantenerse firme y no sucumbir como aquellas personas a las que hoy critican de no tomar acción.
¡Bum! Esas palabras explotaron en mi mente. ¿Y si me absorbía el día a día? ¿Y si pasaba a ser un caso más de alguien que vio lo que estaba mal y no pudo arreglarlo?
A lo largo de los años he regresado una y otra vez a esta historia para recordarme que no debo sucumbir al día a día y dedicar tiempo a hacer las cosas y mejoras importantes.
Lección aprendida
Con el paso del tiempo, siempre he recordado esas palabras, me guiaron más adelante. Recuerdo que, en mi primera posición en la planta, hice todo lo que no debía, critiqué y dije que los demás estaban mal sin lograr cambio alguno. Pasado el tiempo, alguien confió en mí y tuve la oportunidad de arreglar un metro cuadrado.
Ese metro cuadrado se convirtió en 10 metros y luego en 100 con el paso de los años. Después como independiente con mis clientes fue igual, los primeros contactos permitieron atender unos puntos y con el paso del tiempo más y más. En aquellos años entendí y aprendí, la importancia de dar resultados y ganarme paso a paso la confianza de los demás para poder colaborar y mejorar cada vez mas.