A media carrera de ingeniería, ya había logrado una beca y me centré en mantenerla para continuar mis estudios. Sin embargo, hacia esa misma época me surgió la oportunidad de hacer un tipo de prácticas en un taller de reparación de motores de una paraestatal. Para aquella época, mi interés se centraba en los motores. Era un trabajo sin remuneración, solamente para “pasar el verano”.
El lugar estaba bastante alejado de mi casa, así que tenía que salir muy temprano para llegar a los talleres de los motores. Inicialmente mi ilusión era que podría pasarme el verano armando y desarmando motores. Así que iba bastante entusiasmado.
El primer día que llegué al lugar, me presentaron con el jefe del taller. Era un taller amplio con una enorme cantidad de motores y piezas distribuidas ordenadamente por todos lados.
El jefe de taller se veía como una persona experimentada y conocedora de su actividad al igual que los compañeros que integraban su cuadrilla de reparación de motores.
Tras presentarme con él, la persona administrativa me dejó a su cargo. El jefe de taller me presentó a la gente y me dio un recorrido por las instalaciones. Luego me explicó lo que hacían y, finalmente, yo le pregunté qué tendría que hacer, si estaría ayudando con las piezas y motores o cuál sería la actividad.
Él se me quedó mirando, luego fue a una esquina y sacó una escoba.
–Mira «ingeniero», aquí antes de tocar un motor, primero hay que aprender a ordenar y limpiar. Todos los días hay que barrer al inicio y al final de la jornada.
Tengo que aceptar que me sorprendió un poco, pues esperaba estar con las piezas y motores. Me quedé callado y observé mientras el jefe del taller me explicaba paso a paso como tomar la escoba.
–Sabes, se puede conocer a una persona observando como agarra la escoba. Así que fíjate. Una mano aquí y la otra acá y así se mueve.
El jefe de taller continuó explicando y demostrando la actividad y luego procedió a darme la escoba. La tomé y procedí de acuerdo con lo explicado. Me corrigió un poco y cuando vio que había entendido la actividad me dejó.
Las próximas semanas transcurrirían conmigo llegando, tomando mi escoba y barriendo y limpiando el taller antes de iniciar la jornada. El resto del tiempo me la pasaría observando y preguntando e interactuando cada vez más con el personal del taller. Con el paso del tiempo ya me sentaba con ellos en los comederos instalados a afuera de las instalaciones, a un lado de las vías del tren, comiendo unas tortas muy buenas.
Al final de mi estadía, ya sabía yo barrer muy bien.
Lección aprendida
A lo largo de los años me ha tocado ver ejecutivos que al llegar a la empresa quieren poder hacer actividades y que todo mundo colabore. Yo aprendí hace muchos años que primero hay que ganarse la confianza y el respeto de la gente. Yo aprendí a hacerlo barriendo.
Tiempo después olvidaría esta lección y tendría un desencanto. Conforme pasaron los años aprendí que tanto como colaborador interno como externo, volverse parte de la tribu y ganarse la confianza de los demás es fundamental para luego poder colaborar e incluso poder lograr un cambio.
Ser humildes, escuchar y aprender de los expertos es fundamental, es una actividad social que genera vínculos y permite integrarnos en una cultura.
En aquel momento, experimenté en sangre propia el proceso de entrenamiento en piso cuando el jefe de taller se tomó el tiempo de enseñarme a barrer. Él tuvo la paciencia, para explicarme paso a paso la actividad, para demostrarme como hacerla y darme la oportunidad de ejecutar mientras él observaba. Esta actividad, he corroborado, es muy escasa en muchos mandos que son incapaces de realizar un entrenamiento efectivo de sus nuevos colaboradores.
Las bases, los comportamientos básicos son fundamentales a la hora de desarrollar al nuevo personal. El explicar que primero se limpia y luego se ordena para luego trabajar de manera efectiva es muy importante, en ese taller, era la base de la cultura de trabajo.
En aquella experiencia viví también las novatadas al ingeniero, típicas en la industria, y la importancia de mostrar humildad y respeto hacia todos los colaboradores. Esto es algo que me ha servido año tras año.