Hace más de 25 años tuve una discusión con un jefe. Él y yo éramos muy diferentes. Él tenía una trayectoria de toda una vida en la empresa, iniciando desde los niveles más bajos y escalando hasta una posición gerencial.
Yo venía egresando de la carrera y del programa de formación ejecutiva del grupo en que ambos trabajábamos. El tema de nuestra diferencia era bastante trivial (una regla de tres) en relación con un tema de producción.
La cosa es que en aquel momento, a pesar de que yo estaba en lo correcto, fui incapaz de convencerlo de lo contrario. El tenía su idea bien cimentada y yo, en vez de profundizar en sus razones y en vez de argumentar mejor, terminé escalando el problema de una forma «emocional» por así decirlo. Jamás logramos superar la diferencia.
Mirando hacia atrás, un cuarto de siglo, muchas experiencias y conocimiento después, lo habría manejado muy diferente. De hecho, hoy he aprendido que prácticamente no puedes cambiar la forma de pensar de otra persona.
Una vez me encontré esta frase:
Puedes llevar un caballo al abrevadero, pero no puedes hacer que tome agua.
Proverbio
Es algo bastante cierto, nuestra mente funciona de manera muy particular, se cuenta una historia y, una vez que cree en ella, le cuesta mucho trabajo cambiarla.
Las razones por la que una persona llegó a creer su historia son muy variadas. Al final lo importante es que cree su historia y buscará, en ocasiones, formas de reforzar dicha historia más que refutarla. Todo lo que la refute será rechazado.
A nivel personal es posible «superar este esquema de pensamiento» con buenas prácticas de pensamiento crítico y con una convicción de que todo lo que sabemos es cierto mientras no nos demuestren lo contrario. El método científico es algo que la ciencia creó para refutarse sus propios descubrimientos, pero no es algo natural para todo mundo.
Intentar cambiar a una persona en sus pensamientos y convicciones es complicado. ¿Qué hacer entonces? El camino es diferente a lo esperado. Lo primero es entender que a lo más que aspiramos es a contar nuestra historia de modo que haga sentido. Aspiramos a poder sensibilizar al otro sobre una historia alternativa.
Una historia diferente que hace sentido puede ayudar a la otra persona a cuestionarse su propia historia y a partir de ahí, decidir ella misma iniciar el cambio.
Hay un chiste que dice:
- ¿Cuántos psicólogos se requieren para cambiar a una persona?
- Uno solo, pero el foco tiene que querer.
El punto es que el cambio personal, al igual que el aprendizaje, es algo que no podemos hacer por otros. Debe hacerlo cada uno por sí mismo.
Hoy he aprendido que debo argumentar mejor, que debo contar historias que apelen a las emociones que detonen el cambio en los demás, que debo ponerme en los zapatos del otro y entender por qué se cuenta su historia y por qué cree en ella y, a partir de ahí, construir para transformar las ideas.
Resulta que lo anterior no es rápido, requiere tiempo, tenacidad y no desesperarse (como lo hice yo hace muchos años). El reto es que en las empresas, me ha tocado ver profesionistas, gerentes y empresarios querer cambiar «de inmediato» a sus colaboradores. Quieren que su idea se aceptada sin más ni más en el momento. Al no lograrlo, se genera frustración y resentimiento.
Un reto que tenemos es, en lo laboral y en lo personal, entender que el cambio solo es posible desde dentro. Que debemos dedicar el tiempo a mejorar nuestros argumentos sin que ello sea garantía de que el otro querrá cambiar. Ayudar al otro a cuestionarse a sí mismo sus creencias puede abrir el camino para un cambio posterior.
Cambiar no es fácil, nos da miedo. Es más fácil seguir creyendo y seguir haciendo lo que hemos hecho mucho tiempo. Sin embargo, cambiar es necesario. Como individuos debemos adoptar un esquema que nos permita aprender y cuestionar nuestras creencias y de ese modo cambiar de manera continua conforme las condiciones lo demanden.
Lo único que si podemos cambiar, es a nosotros mismos, nuestra forma de ver las cosas, de percibir a los otros, nuestra forma de argumentar, explicar, entrenar, liderar, comunicar y colaborar.
Con los demás, todo lo que podemos hacer es mostrar empatía, escuchar y entender su punto de vista, ayudarles a conocer nuestra historia, ayudarles a cuestionar su historia y apoyarles durante el proceso de cambio. El cambio, será decisión y esfuerzo de ellos.
Con los demás, lo único que podemos aspirar es a inspirarlos a revisar y cambiar su historia. Sal, cuenta tu historia, muestra tu cambio e inspira a alguien, nunca sabes, tal vez decida cambiar.