La mejor herramienta (1/2)


En una reciente charla en la página de FB del blog, me preguntaron sobre una herramienta para gestionar el tiempo en las empresas.

Como entusiasta de la fotografía, continuamente me preguntan ¿qué cámara uso? Lo curioso es que, aunque la herramienta influye en la fotografía, no es el elemento que más la determina.

A la pregunta sobre la cámara, más de un fotógrafo comentará que lo importante es el conocimiento sobre la fotografía y los años de estar practicando.

Hay una frase que me gusta:

«La fotografía no se trata de las cámaras, artilugios y artefactos. La fotografía se trata del fotógrafo. Una cámara no realizó una gran fotografía más allá de lo que una máquina de escribir redacta una gran novela.»

Peter Adams

Haciendo una analogía. Para gestionar el tiempo en una empresa, lo más importante NO ES la herramienta. Es, por así decirlo, la cultura. El enfoque, las buenas prácticas, el conocimiento.

La herramienta es aquello que va a potenciar a dicha cultura, enfoque, conocimiento y buenas prácticas. La herramienta no va a generar la cultura, enfoque, conocimiento y buenas prácticas.

A lo largo de los años, he visto múltiples empresas invertir en diferentes herramientas (físicas y digitales) que se han quedado paradas o aplicadas parcialmente ante la inexistencia de una cultura que las soporte y que las aplique de manera consistente.

Otra analogía es una bicicleta, un buen ciclista en cualquier bicicleta hará un buen papel. Él es buen ciclista porque se ha preparado, porque cree en el ciclismo, por que entrena continuamente. Una buena bicicleta potenciará esa pasión, dedicación y cultura para obtener un desempeño mejor.

Así pues, no son las agendas (físicas o digitales), no son las apps o las plataformas las que diferencian a una herramienta de otra. Es su cultura en la aplicación de un concepto. Si conocemos las buenas prácticas, tenemos la convicción y trabajamos para que todo mundo en la empresa siga dichas prácticas, las herramientas mostrarán un beneficio. Sino, pasarán a ser caros pisapapeles (físicos o digitales) que estarán arrumbados en algún lugar de la organización.