Caminar en la niebla


Acá en donde vivo, en ocasiones, se mete un banco de niebla y prácticamente todo desaparece de nuestra vista. El sentimiento no es tan abrumador, pues sabemos donde estamos y si tuviéramos que salir, hay caminos conocidos por los cuales llegar a nuestro destino.

¿Pero que sucedería si nos encontráramos en un lugar desconocido y sin saber a donde vamos? Y si además al tratar de ver hacia adelante, aún con el mejor de nuestros esfuerzos, seguimos viendo la impenetrable niebla. ¿Qué hacer en un caso así? De hecho es muy similar a lo que estamos viviendo hoy en día.

En estos momentos la crisis de la pandemia genera una enorme incertidumbre. No sabemos cuando va a pasar, se están tomando acciones, pero no todas funciones y al final el sentimiento es un temor hacia el futuro, que dicho sea de paso, no podemos predecir.

Creo que lo primero es respirar y tomar el control del momento presente, ya he publicado anteriormente al respecto. El siguiente punto es «tantear el terreno inmediato», como si trajeras un bastón para caminata. Presionarlo contra el suelo inmediato enfrente, ver que esté firme y avanzar. ¿Hacia donde? Realmente no lo sabemos y posiblemente no lo sepamos en mucho tiempo. Pero si el objetivo es avanzar, hacerlo paso a paso y probando el terreno, retrocediendo cuando sea necesario y rodeando si llegamos a eso, es la única forma de proceder.

Una opción es quedarse quieto a que pase la niebla, pero si se prevé que la niebla dure mucho y quedarse quieto no es la opción, lo mejor es avanzar poco a poco. No hay certezas a mediano y largo plazo, la única certeza es sobre si el terreno donde daremos el siguiente paso es firme o no. Más allá de eso podría haber un precipicio o algún obstáculo.

Obviamente, en nuestro día a día, personal y en los negocios, el bastón de caminata es diferente. Podría ser el filtrar la información que llega de varias fuentes, sacar una conclusión y dar un paso. Podría ser montarse en alguna tecnología, pero con las precauciones debidas. Podría ser un cambio en la forma de trabajo, en los horarios, en la cantidad de gente al mismo tiempo, en las distancia. Probar, ver si se siente firme y estable y dar otro paso. Si no funciona, paso para atrás y nuevamente a probar.

Suena a ensayo y error y eso es justamente lo que nos queda cuando tenemos que caminar en la niebla. El chiste es no tener miedo de la niebla, ni de lo desconocido. Sino por el contrario, confiar en el proceso: tantear, avanzar, verificar firmeza, avanzar o retroceder según aplique y repetir. Un paso a la vez.