Yo soy originario de la zona metropolitana del Valle de México. Y tengo que aceptar que la vida en grandes ciudades es bastante impersonal. Hay gente originaria de muchas ciudades del país y de otras partes de la ciudad aprendiendo a vivir juntas. Pero eventualmente, todo es como un conjunto de pequeñas islas. Es cierto que en épocas complicadas, como el terremoto, un cierto sentido de comunidad aflora.
Cuando llegué a mi lugar actual de residencia, por algunas situaciones, escuché sobre personas que se juntaban para hacer la «faena». La faena es el trabajo, pero lo interesante aquí es que la gente del pueblo se junta para realizar una actividad en beneficio comunal. Ya sea limpiar o abrir el camino, limpiar un terreno, preparar la tierra para la siembra, etc. Ese concepto de comunidad, en mi opinión se ha ido perdiendo. El sentido de comunidad continuo, en el día a día, no solo en los días de crisis.
Recientemente, en la cuarentena, terminé de leer un libro que tenía pendiente llamado: «La vida secreta de los árboles». Está muy interesante, en particular, llamó mi atención lo relativo a cómo los árboles, los bosques de hecho, forman comunidades para ayudarse unos a otros.
Algunos árboles nacen en épocas de fuertes heladas y se vuelven buenos para superar esas situaciones, otros nacen en épocas de incendios y se vuelven buenos para esas situaciones, otros se vuelven muy buenos para combatir las plagas. Por su tiempos lentos de desarrollo, ningún árbol es bueno para todo. Pero en su conjunto los árboles, el bosque, son capaces de resistir diferentes situaciones que se les presentan cuando los diferentes miembros de la comunidad ponen sus fortalezas al servicio de los demás.
A través de hongos en la tierra, forman complejas redes de comunicación y transmisión de nutrientes para árboles en desarrollo o enfermos. Así mismo, cuentan con señales químicas para transmitir a los demás sobre algún peligro.
Hoy al interior de las organizaciones, el sentido de comunidad se vuelve muy importante. Claro que no se desarrolla de un día para otro. Las empresas con un fuerte sentido de comunidad, en estos momentos se estarán apoyando entre sus colaboradores. De igual modo, entre empresas, es necesario ese sentido de comunidad.
Comunidad tiene que ver con colaboración, la colaboración tiene que ver con la confianza (liderazgo, congruencia), el respeto (valores) y la comunicación (habilidades blandas). Un fin común también ayuda y aquí creo que es donde toma relevancia el ideario (misión, visión, valores) de la empresa. Pero no de esos que están en papel y que nadie ve. Sino de esos que se viven todos los días por los mandos de la empresa a fin de permear hacia abajo en la organización.
Solo a través de la colaboración al interior y hacia el exterior es que creo que las organizaciones y las personas podremos salir adelante. Y en algunos casos está colaboración tendrá que ser altruista dado lo complejo de la situación económica que estamos viviendo. Fácil no, pero es necesario entender que, para «sobrevivir», el bosque tiene que hacer uso de todo su conocimiento, sus redes y su altruismo para ayudarse a sí mismo a sobrevivir.
Considero que este blog es una forma de contribuir a la comunidad, pero siento que no es suficiente, he estado apoyando diferentes eventos y causas para ayudar a la gente a obtener información para salir adelante. He puesto algunos videos explicando conceptos de manera libre para todos, pero creo que no es suficiente. Se requiere más. Y estoy pensando como hacerlo.
Tal vez, esta publicación es una reflexión personal en «voz alta» ( voz escrita), pensar en formas de contribuir a la comunidad en estos momentos difíciles. ¿Tu que estás haciendo? ¿Alguna idea?
Yo tengo una y pronto la pondré en marcha con mis clientes de muchos años. Ya veremos que nos trae el tiempo, el futuro, pero sobre todo la colaboración altruista y espontánea.