Tengo una enorme lista de cosas por escribir, pero la verdad, después de darle vueltas, decidí que lo mejor en este día es apoyar a las mujeres. Porque es fácil quedarse callado y no hacer nada. Así que para gusto o disgusto de mis estimados lectores voy a publicar algo que coloqué en redes sociales el domingo 8 en el marco del Día Internacional de la Mujer.
Día Internacional de la Mujer.
Voy a ser honesto, me cuesta siquiera entender que alguien quiera fastidiarle la vida a otro ser humano de manera intencional, pero aún más que alguien quiera hacerlo a una mujer. Sin embargo tengo que aceptar que lo he visto.
Tristemente la situación es cultural y global, cientos, miles de años de «programación» con una actitud incomprensible hacia nuestra misma especie y hacia las mujeres. Podemos estudiarlo y explicarlo, pero el hecho no cambia.
Yo, a lo largo de los años, he conocido muchísimas mujeres sumamente valiosas. Empezando por mi mamá, mis hermanas y mi esposa.
A lo largo de los años he conocido y colaborado con empresarias, directoras, gerentes, jefas, supervisoras y especialistas que lo único que han demostrado es su total y absoluta competencia y dedicación hacia sus trabajos. Asimismo, he presenciado a muchas frustradas y hasta el borde de las lágrimas al tener que tratar con actitudes de los hombres. No tengo un cliente que no vea sus operaciones afectadas por «un día sin mujeres». Y sé que muchas lo apoyan, y es un primer paso. Pero falta mucho más.
Mi padre me educó con la frase «A la mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa«. Así crecí. Pero me di cuenta que los medios, las televisión, el cine, la literatura y otras familias cuentan y se cuentan historias diferentes. Yo tuve la fortuna de tener una familia que me inculcó valores de respeto a mujeres y hombres, pero no puedo ni pensar en el montón de personas (hombres y mujeres) que no lo tuvieron y que tuvieron que sufrir el «adaptarse a la costumbre social» para seguir adelante. Y que tristemente es algo que pasa sobre todo en la infancia y luego se vuelven hábitos inconscientes muy difíciles de cambiar.
Tras 25 años de estudiar el comportamiento humano y el aprendizaje para ayudar a mis clientes a cambiar hábitos en su gente, no puedo más que abrumarme ante la mera idea de lo que habría que hacer para lograr un cambio de actitud hacia la mujer en el mundo.
Sin embargo, es cierto que cuando una persona está en «incompetencia inconsciente» (no sabe que no sabe) o en «incompetencia consciente» (sabe que no sabe), lo que requiere es tomar conciencia de que no sabe o de que requiere tomar acciones. Nosotros le decimos que hay que «moverle el tapete a la persona». Solo cuando el ser humano se da cuenta de la situación, puede estar dispuesto a querer cambiar y aprender. Antes no. Me preocupan los que lastiman a otros por convicción, porque a esos ningún argumento los hará cambiar.
Es triste, pero mañana, el movimiento (con sus detractores naturales) es una «llamada de atención» a un problema real que como sociedad no queremos ver.
Yo seguiré apoyando a las mujeres. No tengo hijas, pero tengo un hijo al que espero haber educado para respetar a las mujeres, a la gente y al mundo en general. Y seguiré apoyando a empresarias, directoras, gerentes, jefas, supervisoras y especialistas a desarrollar habilidades y crecer profesionalmente porque la mujer es fuerte, es competente y sobre todo valiosa. Sin mujeres ninguno estaría aquí.
#SéFuerteComoUnaMujer
Creo que en una situación normal, no hay una justificación válida para lastimar, física, psicológica o verbalmente, a ninguna persona, incluida una mujer. Y sobre todo a ellas por la diferencia, en muchos casos, de la fuerza física entre un hombre y una mujer.
Si uno es mando, supervisor, jefe, gerente, director o empresario nuestro actuar debe ser impecable, en mi opinión. Así que cerraré con un extracto de un libro que me gusta mucho y que creo que aplica, pues incluye muchos comportamientos que, de seguirse, le harán la vida más fácil a muchas mujeres.
Un Toque de Clase
La palabra clase tiene muchos significados. El que nos interesa aquí es el de “estilo y elegancia en la conducta personal”. La clase de un gerente o ejecutivo consiste en lo que se hace y, a menudo más importante aún, en lo que no se hace.
- Clase es tratar a los empleados con la dignidad que merece su condición humana. Es no tratarlos como objetos o insumos de la producción.
- La clase nada tiene que ver con la condición social que uno ocupe. En cambio, sí se relaciona estrechamente con el comportamiento personal.
- La clase no utiliza palabras groseras, aun cuando uno esté irritado. Tener clase significa poseer un vocabulario muy amplio que hace innecesario el lenguaje procaz.
- La clase no necesita ser el centro de atención. Puede permitir a los demás recibir elogios sin sentirse menospreciado por ello.
- La clase no cuenta chistes de contenido sexual ni que denigren a un grupo étnico.
- La clase no busca la satisfacción de los deseos sexuales en el trabajo ni hace nunca un comentario a una persona de sexo opuesto que no haría delante de su madre, si estuviera presente.
- La clase nunca habla mal de la empresa, sin importar cuan justificada se sienta en un momento de malestar.
- La clase no se deja contagiar por los actos ni las palabras negativas de los demás.
- La clase no pierde la calma. Nunca hace cosas de las que después tendrá que arrepentirse.
- La clase no racionaliza los errores. Más bien aprende de ellos y sigue adelante.
- La clase de un gerente da mayor importancia al nosotros y menor importancia al yo.
- Tener clase significa tener buenos modales.
- La clase significa respetarse uno mismo como base del respeto que debe a los demás.
- La clase nunca hace comentarios negativos acerca del cónyuge. Tales comentarios hablan más mal del que los hace que del cónyuge.
- En un gerente la clase significa ser leal a los subordinados.
- La clase significa no creerse superior a los subalternos; simplemente cada quien tiene responsabilidades diferentes.
- El que tiene clase no toma medidas cuando está enojado. Espera hasta que se haya serenado.
- La clase no es impetuosa.
- La clase reconoce que la mejor manera de desarrollarse uno consiste en desarrollar antes a los otros.
- La clase no se preocupa demasiado por conseguir reconocimientos. Admite también que a veces uno recibe más crédito del que merece, y de ese modo compensa las ocasiones en que no recibe elogios.
- La clase procura que la acción corresponda a las palabras.
- La clase no busca el progreso personal a costa de los demás.
- La clase predica con ejemplo.
- La clase conoce la importancia de una sonrisa amable y la apariencia.
Fuente: Belker, Loren B.; Gerente por Primera Vez, Ed. McGraw-Hill
2 respuestas a “#UnDíaSinNosotras”
Excelente texto Luis. Me consta que tú eres un ejemplo de lo que es tener Clase.
Excelente reflexion.