Hace unos días, regresando a mi ciudad por carretera, en un tramo me tocó ver que se incorporaban 2 motocicletas a la autopista de cuota. No eran motocicletas de carretera ni de alta velocidad sino de esas de baja gama para transporte en la ciudad.
Conforme me fui acercando algunas cosas fueron evidentes. Se trataba de unos jóvenes posiblemente entre 18 y 20 años, ninguno traía casco de seguridad y por último empezaron a acelerar a una velocidad (en bajada) bastante alta para el tipo de moto.
Yo precavidamente baje la velocidad y me distancié un poco, en eso, uno de los jóvenes se acosto boca abajo sobre el asiento quedando de manera horizontal. Yo he visto esa maniobra en ciclista de competencia en descenso para tratar de alcanzar la máxima velocidad. Pero hacerlo en una moto que no es para altas velocidad sin casco y acelerando de bajada, eso ¡ya es otro nivel! El otro joven no intentó la maniobra, pero aún así acelero lo más que pudo.
La carretera tenía un tránsito rápido de pequeños vehículos de carga. Estaba lloviznando y las condiciones no eran ideales. Y menos aún para una moto de esas características.
Como alguien que trabajó en entornos industriales y por experiencias personales, sé que las cosas salen mal en un instante. Aún cuando estas preparado y equipado. Muchas cosas pueden suceder en la carretera, un ave, un animal corriendo, una pieza desprendida de alguno de los vehículos que circula, y por lo temerario e inexperto de los jóvenes me atrevo a pensar que las motocicletas no se encontraban en las mejores condiciones de mantenimiento. Dicen que los accidentes son prevenibles en su mayoría, y es cierto, y estos jóvenes «muertos vivientes» estaban desafiando todas las convenciones para salir bien librados.
¿Hay que vivir? ¿Hay que arriesgarse? Sí, pero no temerariamente, sino midiendo los riesgos. Reflexionando, estos jóvenes son el ejemplo del efecto de Dunning-Kruger o sesgo de ignorancia que se refiere a la tendencia de las personas a sobreestimar su conocimiento o habilidad en áreas donde, en realidad, son incompetentes, y a no ser conscientes de su propia falta de conocimiento.
Y como es un juego de probabilidades, el hecho de que no hayan tenido un percance fatal solo refuerza la confianza de que ellos son diferentes y que pueden seguir siendo temerarios y no pasa nada.
Pero este un lugar para hablar de mandos y ejecutivos y la reflexión es ¿te sucede? ¿Vas en tu gestión como un «muerto viviente» sin saber ciertas cosas y «saliendo al paso» sin saber que en cualquier momento se pueden dar las condiciones perfectas para mostrar tu incompetencia?
En nuestro caso, el casco y el mantenimiento equivalen a la preparación y el conocimiento necesario para gestionar. La motocicleta son los recursos de los que disponemos para dar resultados y, si están en buen estado, los podemos llevar al límite, pero hay que conocer el límite o empezamos a inclinar la balanza hacia la catástrofe.
Afortunadamente, no pasó nada en el descenso (esta vez). Lo triste tal vez fue ver, al pasarlos finalmente, la mirada de orgullo y a su vez de ignorancia de uno de los jóvenes. No sabe que no sabe. No sabe que es un «muerto viviente» y que la «suerte se acaba en cualquier momento».
Y tú ¿eres un mando ejecutivo «muerto viviente»?