Escuchaba el podcast de Morgan Housel sobre cómo algunos arquitectos han caído en la práctica de diseñar casas que ganan premios, pero en realidad no son funcionales para quienes quisieran habitarlas. De hecho muchas de estas casas ganadoras tienen muchas goteras y otros problemas, inclusive algunas han tenido que ser remodeladas con enormes cantidades de dinero para eliminar los problemas.
Hace años me toco ver lo mismo con gráficas de negocios y con presentaciones. Excel por ejemplo, hace años, creaba una gráfica en 3D que «se veía bonito», o más bien mostraba las habilidades de programación de la empresa, pero no eran acorde a buenas prácticas de comunicación visual de datos numéricos (esto lo corrigieron después de mucha presión).
Hoy veo sitios Web, videos, y no se diga todas esas infografías creadas con IA. Se ven bien bonitas, pero ¿son funcionales? Obviamente lo ideal es un balance entre función y estética, pero si tienes que elegir, elige la función.
Una de las gráficas más criticadas en representación de datos numéricos son las gráficas de Pay. El problema es que el ojo y la mente humana no son muy buenas para evaluar áreas, pero si lo son para evaluar longitudes, por ello es mejor usar una gráfica de barras que una gráfica de Pay. Pero las de Pay «se ven bonitas» e inclusive expertos en representación funcional de datos aceptan que si al final «tu jefe quiere ver un Pay, pues muéstrale un Pay». Nadie quiere perder su trabajo por una gráfica.
Sin embargo, como mandos y ejecutivos tenemos que tener más claridad en estos temas, es mejor una gráfica funcional que una de Pay bonita. Es mejor un procedimiento simple y funcional que un documento impresionante que nadie va a utilizar. Es mejor un dashboard simple y funcional que uno impresionante que nadie use.
Muchas implementaciones de sistemas de gestión de calidad han caído en la mala práctica de centrarse en que se vean bonitas para el auditor externo en vez de hacerlas funcionales para el personal de la empresa. Todos estos ejemplos hablan de enormes cantidades de tiempo y recursos destinados a hacer las cosas atractivas pero no eficientes y funcionales. Como mandos y ejecutivos debemos prepararnos para no solicitar lo bonito a costa de lo funcional y para identificar cuando algo bonito simplemente no es funcional.
Como mandos y ejecutivos, podemos perpetuar o cortar de tajo malas prácticas en nuestras organizaciones.