Realmente espero que no sea así. Pero hagamos el ejercicio mental y pensemos que sí sucede. ¿Qué dejaste atrás?
¿Dejaste lamentaciones porque tu personal no hizo lo requerido?
¿Dejaste lamentaciones porque tu personal ya no es como antes?
¿Dejaste lamentaciones porque no te alcanzó el tiempo para arreglar los procesos?
¿Dejaste lamentaciones porque las otras áreas no quisieron colaborar?
¿Dejaste pendiente aprender nuevas habilidades?
¿Dejaste lamentaciones porque tu jefe no te apoyó?
¿Dejaste lamentaciones porque los proveedores no colaboraron?
¿Dejaste lamentaciones porque los clientes hacen lo que quieren?
Es muy fácil hundirse en esos pensamientos negativos sobre todo si son ciertos.
Podemos pensar por el contrario en cosas como:
Esa junta en la que logré sacar los acuerdos.
Esos momentos en los que aplique lo aprendido en cursos.
Esos pequeños logros que iban hacia un objetivo mayor.
El tiempo que me he dado para tener Claridad de Ideas.
El apoyo que he brindado a subordinados y colaboradores.
Y muchos otros puntos positivos.
Lo importante de la reflexion es que si volteamos hacia atrás ¿de que habrá más en la lista? ¿De lo positivo o de lo negativo? ¿De lo que hice o de lo que dejé de hacer?
Problemas siempre hay, retos siempre hay, desencantos siempre hay, pero también hay aciertos, crecimiento y aprendizaje. El reto es no quedarse quieto y avanzar hacia adelante.
Dicen que los Samurai, en las épocas de guerra, se levantaban pensado que ese día habrían de morir y por ello dedicaban su mejor esfuerzo a cada momento del día. Al día siguiente repetían.
Como no sabemos si el mundo se acaba mañana, sal hoy, a pesar de todo, con la frente en alto, con una sonrisa hacia tus colaboradores y aumenta la lista de cosas positivas que podrás recordar cuando llegue ese momento.