En una serie de ficción histórica que estoy viendo, un europeo se encuentra en un lejano país oriental, en una escena, mientras platica con una traductora local, ésta le hace mención de algo a lo cual el responde: “¡Esa es una costumbre tonta!”. La traductora lo mira perpleja, pues para ella, es algo completamente normal.
¿Tu crees que otros países poseen costumbres tontas? Seguramente que sí, inclusive es posible que algunos países posean “costumbres inaceptables” para tu idiosincracia. A lo largo de la historia, los gobiernos, o más bien sus coaliciones han ido tratando de eliminar y promover ciertas costumbres en todos los países. Pero ha tomado años, sino es que siglos.
Ahora bien, cuando tú sales de la universidad o de una empresa en busca de trabajo, aplicas a diferentes empresas, ingresas a alguna de ellas y, con el paso de los días, semanas y meses puedes no adaptarte a sus costumbres e idiosincracia. Esto será un problema para ti, pues es poco probable que la empresa cambie sus costumbres e ideas por ti. A menos que seas un mando y tengas asegurados varios años por delante, podrás poco a poco ir influyendo en las costumbres e idiosincracia de la empresa. Eso si, sin descontar una enorme cantidad de resistencia por parte de la organización.
Si fueras a cambiar de país ¿revisarías la cultura de tu futuro hogar? ¿Verificarías si es acorde a tus ideas y principio? Algunos lo hacen y se reubican de manera voluntaria. Otros no lo hacen, llegan por situaciones ajenas a un país que les da la bienvenida, pero en el cual adaptarse se vuelve todo un problema de largo plazo.
¿Cuándo buscas trabajo consideras la cultura de tu futura empresa? ¿Lo investigas? ¿Lo analizas? ¿Verificas si es acorde con tus valores, creencias e idiosincracia? Mucha gente no lo hace, buscamos un trabajo porque se adapta a nuestras competencias, porque provee un salario atractivo y algunas condiciones de trabajo favorable. Pero con el paso del tiempo muchos terminan retirándose de la empresa al no poder encajar. Otros, por la necesidad deciden adaptarse, a medias, a la nueva cultura. Ambos casos son problemáticos y costosos para las organizaciones.
Entender lo anterior es de suma importancia para un mando, cuando llegamos a una nueva posición, área o empresa, no podemos pensar en “echar por la borda” la cultura e idiosincracia existente. Debemos conocerla, vivirla y entenderla y conforme tengamos la confianza de la gente, comenzar a implementar cambios poco a poco. Como mandos, si contratamos a alguien, necesitamos verificar que su cultura, ideas, valores e idiosincracia se encuentren alineados con los de la empresa y de nosotros mismos como líderes, de lo contrario solo generaremos problemas y un colaborador frustrado.
Hay estudios que muestran que la gran mayoría de las adquisiciones de una empresa hacia otra (takeovers) fracasan porque la empresa adquirida no logra adaptarse a la cultura de la empresa adquirente. No es algo tan simple, no es cuestión de planes, la cultura manda. Ciertamente hay personas, áreas y empresas con culturas débiles que se adaptan a una nueva, pero hay otras que son tan fuertes que no logran acoplarse. Esto es algo a lo que debemos dar gran consideración.
Más de una contratación de algún talento ha fallado porque el talento no pudo acoplarse y ya sea que dicha persona o los mandos de la empresa piensen en algún momento, ¡Qué costumbre (idea, valor o creencia) tan tonta!
Recuerda, la cultura, las costumbres, los valores mandan. Inclusive sobre las estrategias y los sistemas y procesos. Por ello es importante que estén en nuestro radar y no tratar de nadar contra marea. Es mejor ser como el explorador o el antropólogo que se da el tiempo de conocer la cultura del lugar y busca acoplarse a ella para encajar y poder obtener la colaboración y el apoyo de la gente.
Lo que hay son ideas, costumbres, valores y culturas diferentes a los nuestros y, al menos, en el ámbito laboral, si tienes la oportunidad de buscar un trabajo, investiga y escoge lo que más se adapte a ti mismo.