A lo largo de mi vida he leído cientos de libros, tomando cursos, tenido experiencias, conversaciones y reflexiones que derivaron en múltiples aprendizajes e incrementos en el conocimiento con el que cuento actualmente. En ese tiempo me he percatado que a pesar de la cantidad (grande o pequeña) de conocimiento que poseo, conforme pasa el tiempo, pareciera que cada vez se menos. Nuevos aprendizaje echan por la borda algunos de los viejos y nuevos aprendizaje abren nuevas puertas a más interrogantes.
El tema de la toma de decisión y la forma en que pensamos me ha intrigado y es uno de los temas en los que busco profundizar a fin de apoyar a mis clientes de manera más objetiva. El tema de nuestras limitantes de pensamiento y sesgos cognitivos es de gran interés y relevancia en la labor diaria de un mando o gerente. Uno de los puntos que ha llamado mi atención últimamente es la tendencia, aparente, de nuestra mente a darle mucho valor a lo que sabe y a desestimar lo que no sabe. El llamado sesgo de confirmación busca corroborar lo que ya sabemos más que buscar información que refute nuestro conocimiento y creencias actuales. Esto puede ser limitante y peligroso a la hora de tomar decisiones.
Otro punto, es que el conocimiento de la humanidad continua creciendo a pasos acelerados y lo que no sabemos es cada vez más grande que lo que si sabemos. Sin embargo, nuestra percepción nos engaña.
La forma de superar todo esto es adoptar un pensamiento crítico, científico inclusive y desarrollar una gran curiosidad. Es importante que tomemos conciencia de que lo que sabemos es poco y la forma de pensar es preguntarnos: ¿qué no sé sobre este tema? ¿Qué más puedo averiguar? ¿Dónde y cómo puedo averiguarlo? Obviamente, a nivel empresarial, no tenemos todo el tiempo del mundo para recopilar toda la información posible, pero sí debemos estar conscientes que estamos decidiendo con información y conocimiento incompleto y limitado, esa creo que debe de ser la mentalidad correcta. Darle más importancia a lo que no sabemos.
El reto, entonces, es desarrollar un nivel de curiosidad sano para estar abiertos a nuevo conocimiento y aprendizaje y llevarlo de la mano de un nivel adecuado de desconfianza sobre lo que ya sabemos. Alguna vez leí, en algún lado, alguien que decía que no metería la mano al fuego por sus ideas, creencias y conocimiento actual pues podría estar equivocado.
A esto, yo le sumo el hecho de cuestionar ¿por qué sé lo que sé? Resulta que mucho de nuestro conocimiento viene de nuestra propia experiencia, pero es limitada y no podemos extrapolar y generalizar a partir de ella. Y sin embargo, lo hacemos. Asimismo, mucho de nuestro conocimiento viene de otros, pero poco nos preguntamos ¿por qué es que lo sabemos? o, todavía mejor, ¿por qué creo en algo que yo no experimenté y que alguien más experimentó y dice que es de cierto modo? Esto me ha llevado a reflexionar que no todo lo que leo es cierto, tengo que buscar argumentos a favor y en contra de las ideas a las que me expongo.
De todo esto que hoy ocupa mi mente, mi conclusión es que existe la posibilidad de que podría estar mal. Y por eso escribo, experimento, vivo y reflexiono de manera continua. Nada está escrito en piedra. En los últimos años he comenzado a amasar una serie de libros sin leer, la antibilioteca de Umberto Eco diría Nassim Nicholas Taleb. O visto de otro modo, mi tsundoku, esa pila de libros sin leer que me recuerda todos aquellos temas que no sé y que quiero explorar. Hoy mi lista de libros deseados ronda entre los 150-200 títulos y mi tsundoku tiene unos 10 libros más los 20 libros que estoy leyendo y aún no he concluido.
Hoy creo que ya entendí por qué decía el sabio griego, yo solo sé que no sé nada.