Recientemente he escuchado a altos mandos frustrados. Entre otras cosas porque no se han echado a andar ciertos cambios en las empresas o porque no se están obteniendo los resultados deseados a pesar de que se realizan acciones.
En el fondo, mi percepción, es que la frustración es hacia la gente, su personal. Y seguramente te ha sucedido que a nivel familiar, amigos o laboralmente que quieres, o necesitas, que otros hagan ciertas cosas y, a pesar de tus esfuerzos, no logras que adopten el cambio.
En mis 30 años de vida laboral, me he encontrado que nuestro reto más grande como profesionistas y cómo mandos es, justamente, el trato con la gente. Más allá de que existe una brecha enorme entre los mandos y su conocimiento, entendimiento y habilidad para el manejo de la relación humana y del comportamiento humano, creo que también existen las presiones mismas de los mercados, accionistas y del entorno para dar resultados «rápidos». Y eso, puede ser frustrante.
La realidad es que los cambios, sobre todo a nivel gente, toman tiempo, no son rápidos, no son tan inmediatos como queremos y las cosas se complican mucho en los extremos. Empresas muy pequeñas con pocos recursos para apoyar el cambio y empresas grandes con mucha gente sobre la cual influir. Todas las de en medio lo padecen en diferentes grados también.
Sin embargo, creo que parte de la frustración está en nuestra expectativa. La expectativa de que la gente cambie sola, la expectativa de no tener que lidiar con la gente, la expectativa de que la gente sea responsable y profesional, la expectativa de que las cosas salgan sin tener que lidiar con el conflicto humano, con el aprendizaje que conlleva, con las curvas de aprendizaje, con los cambios y rotación de personal y muchas otras expectativas que nos hacemos. Pensamos que si está el plan de trabajo, los objetivos y los recursos, las cosas deberían de suceder. Pero no.
Se requiere liderazgo activo y cercano a la gente, se requiere de procesos de supervisión, coaching y entrenamiento en piso a la gente, se requiere de seguimiento y disciplina, se requiere trabajar mucho con la gente, ¡y nos tiene que gustar!
Yo quisiera que existiera una pastilla mágica con la que se arreglaran los problemas, pero no existe, lo que existe son competencias en los mandos, seguimiento y reforzamiento continuo, mucho trabajo con la gente y sobre todo tenacidad para no decaer.
Si como mandos no logramos cambio en varios años, tenemos que revisar y ser muy críticos con la forma en que hacemos las cosas. Por que si no ha funcionado y seguimos haciendo lo mismo, simplemente obtendremos los mismo resultados frustrantes.