Navegando la incertidumbre


El Arte de Tomar Decisiones y Aprender de Ellas.

Prácticamente desde que nacemos, comenzamos a tomar decisiones, conscientes e inconscientes, pero tomamos decisiones. Sin embargo, en las empresas, me encuentro con el tema recurrente de ejecutivos y mandos que no toman decisiones o toman decisiones no adecuadas.

¿Por qué no habríamos de tomar decisiones? ¿Por temor a equivocarnos? ¿Por temor a asumir las consecuencias? ¿Por falta de información? ¿Por no saber cuál será el resultado? ¿Por comodidad? Y la lista continúa.

La verdad es que un ejecutivo y, sobre todo, un mando, necesita tomar decisiones y tiene que superar todas esas situaciones. Pero no basta con ser arrojado o «decidido», es necesario evaluar la decisión que tomamos y, sobre todo, aprender sobre el resultado obtenido, bueno o malo. Tomar decisiones no es una actividad, es un proceso. Sin embargo, la mayoría de nosotros, como tomamos decisiones desde pequeños, pensamos que lo hacemos bien. O simplemente evitamos hacerlo para no tener que lidiar con las consecuencias. En ambos casos, tenemos un problema.

Hay ciertas cosas que debemos saber sobre las decisiones en el mundo adulto y, sobre todo, en el de los negocios:

  • Tomar decisiones es incómodo porque nos lleva a enfrentar las consecuencias.
  • Tomar decisiones implica que te vas a equivocar, lo cual no es malo; lo malo es no aprender.
  • Nunca vas a tener toda la información requerida, es necesario tomar decisiones con información limitada.
  • Es probable que la información con la que cuentes para tomar decisiones no sea confiable.
  • Es difícil anticipar las consecuencias de una decisión, sobre todo es imposible saber si dicha consecuencia sucederá o no. Por ello, es mejor pensar en términos de riesgos. Cada quien tiene un nivel de riesgo aceptable y las decisiones van en relación con ello.
  • La toma de decisión no mejora si dejas pasar mucho tiempo, sino con el proceso que sigues.

Todo esto se traduce en incertidumbre y la incertidumbre es algo que al ser humano, simplemente, no le gusta. Pero hay que vivir con ello. En la escuela nos acostumbran a problemas estructurados, aquellos en los que el maestro o el texto te da todos los parámetros, la ecuación y toda la información necesaria para «aplicar la solución preestablecida». El problema es que en la vida real:

  • No sabemos cuál es el problema.
  • Tenemos que determinar la información y parámetros, algunos de los cuales habrá que asumir, pues no se pueden conocer de manera práctica.
  • Tenemos que definir el método de solución.
  • No sabremos con certeza si la solución es aceptable hasta que la pongamos en marcha.

¿Cómo superar esto que a muchos les causa ruido? Bueno, lo primero es aprender a avanzar gradualmente. Esto es «al tanteo». ¿Y qué es eso? Pues es muy simple, imagina que estás en un terreno pantanoso y con una niebla muy densa, no ves lo que hay adelante. ¿Qué haces? Pues con un bastón pruebas el terreno para ver si está firme. Con la información que recibes del empuje del terreno en tu bastón, decides avanzar. Das un paso cauteloso, apoyas tu peso, determinas si no te hundes y vuelves a empezar. En algunos momentos, sentirás que es seguro avanzar y al hacerlo te hundirás. Darás marcha atrás e intentarás nuevamente, ligeramente hacia un lado y así sucesivamente. Eventualmente, si no hay obstáculos grandes en el camino, llegarás a donde planeabas ir. ¿Fácil? No. ¿Rápido? No ¿Efectivo? Sí.

Obviamente, que tienes que superar el temor a equivocarte y al qué dirán, pero sobre todo al qué dirá tu mente. Sabiendo que este es el proceso, podrías adoptar algunas técnicas que te apoyen, pero el proceso en sí no cambia. Aunque tuvieras GPS y brújula, tienes que «tantear» el terreno. Y cuando encuentres problemas en el camino, tendrás que «probar» nuevas y desconocidas rutas. ¿Funcionarán esas rutas? No lo sabes, irás tanteando un paso a la vez. Ten cuidado de no caer en el exceso de confianza y en la ceguera del taller, pues eso podría hacerte avanzar muy rápido y errar o tropezar. Si no fueron caídas graves, no habrá problemas, pero también te puedes ir por el barranco y darte cuenta cuando vas cayendo. ¿Por esto último, deberías mejor no tomar decisiones? Pues eso en sí es una decisión cuyo beneficio, «la seguridad», va aparejado del estancamiento. Es mejor avanzar cautelosamente pero decididamente.

Cuando estudié en la universidad, como ingeniero, sí, ingeniero, y esa es otra historia. Tomé una materia llamada Métodos Numéricos. Básicamente son técnicas de aproximación. En vez de pasar horas y horas resolviendo tediosas ecuaciones simbólicas, realizas un pequeño algoritmo que va intentando, por ensayo y error, aproximarse a la solución de las ecuaciones. Obviamente, que el método manual es igualmente tedioso, así que recurrimos a las computadoras para hacer las aproximaciones de manera rápida. Al final llegas a una «solución aproximada» que, para fines prácticos, es aceptable en comparación con la «solución exacta». Y ese es el chiste…en muchas ocasiones, la solución aproximada es mejor que esperar la solución perfecta. La aproximación nos permite avanzar, no estancarnos y aprender sobre la marcha. La solución «exacta» a una decisión puede nunca llegar y nos paraliza.

Hoy en día, autores como Julio Galef y Mike Rother en sus libros e investigaciones promueven la mentalidad de explorador y técnicas para avanzar y mejorar ante la incertidumbre. No es nada nuevo, solo es la versión actual de la famosa frase atribuida a Edison de que para lograr la bombilla eléctrica tuvo que tener 1,000 fracasos antes. Así es esto, fracasar para triunfar o visto de otro modo, «aproximarse continuamente a la solución y la decisión perfecta».

Así que más que evadir la toma de decisión, lo mejor es enfrentar la incertidumbre y lo desconocido a través de un proceso de exploración (tantear el terreno) y de aproximación (pequeños avances, revisando el resultado y ajustando). No hay más ni menos. Un paso a la vez. Con decisión y con la seguridad de que haciéndolo bien, te vas a equivocar, ajustarás el rumbo y si todo sale bien, no te vas a ir por el barranco (mucho). Pero al final, habrás avanzado y aprendido en el camino.