Si vas manejando y llegas a un semáforo, una luz verde te indica que puedes pasar, la amarilla que es momento de parar y la luz roja indica que hay que detenerse. Es una señal a la que estamos acostumbrados. No todos la respetan, pero la mayoría lo hace.
El tema es que todo el tiempo nosotros y nuestras organizaciones lanzamos señales. El candidato a la empresa y la empresa al candidato, el colaborador a su jefe y el jefe al colaborador, la empresa a los clientes y los clientes a las empresas. Y estas señales son importantes, pueden ser señales intencionales o no, pueden ser señales honestas o no. Al final siempre habrá una señal a la que prestar atención y el reto es aprender a: 1) detectar las señales y 2) diferenciar las honestas de las no honestas.
Hace muchos años tuve un jefe, el gerente general, el llegaba siempre 5-10 minutos antes de la hora de entrada. Nadie quería llegar después que él. La señal que enviaba era que la hora de entrada había que respetarla. De igual modo, en algún momento, a la hora de la salida, comenzó a recorrer las áreas para ver que todo mundo se fuera a su hora y que nadie se quedará horas adicionales. La señal que enviaba era que la eficiencia y la productividad eran importantes y tenías que sacar tu trabajo en ese período. Su lema era «si no puedes hacer tu trabajo en 8 horas, no puedes con tu trabajo o es trabajo para 2».
Al finalizar mi carrera, acudí a una entrevista laboral, de hecho éramos varios. Fue en unas oficinas en una zona de muy alto nivel en la CDMX, nos metieron en una enorme sala de juntas a todos, muy bonita y ahí presentamos un examen. Las instalaciones mandaban una señal clara a todos los candidatos. Nos dijeron que nos llamarían en una semana, a mi me hablaron al día siguiente, quiero pensar que yo mandé alguna señal que les agradó. Pasé varias entrevistas y leí muchos folletos, estaba todo bien organizado y planeado. Dijeron que me llamarían. Lo hicieron un año después, querían saber por que se había detenido mi proceso, no supe que contestar, no dependía de mí. Pero cuando al mes no tuve respuesta, esa fue una señal para continuar. Cuando finalmente llamaron ya estaba yo en otro lado. La señal de no llamarme me hizo continuar a otro lugar.
Las señales están por todos lados, puede ser un símbolo, por ejemplo, un tatuaje, una playera del equipo de fútbol, un uniforme, tu arreglo personal, el tono de voz que usas, la forma de dar la mano. También pueden ser los hábitos, la puntualidad o la falta de ella, el levantarse para saludar, el dar las buenas tardes, el revisar tu trabajo antes de entregarlo, el hacer ejercicio, el llevar un diario. Y pueden ser también historias, las que tu cuentas sobre ti y las que otros cuentan sobre ti. Es probable que cuentes tus historias de éxito que te ponen en un pedestal y tal vez algunas de fracaso que te hacen ver humano y experimentado. Dentro de las empresas, la gente «cuenta historias». Tal vez no las que tu quieres proyectar, pero las que ellas consideran importantes.
Muchas de estas señales son honestas, representan los que somos, en otras buscamos fingirlas. Hay casos de «influencers» en internet que fingen un estilo de vida que no es suyo. Mandan señales, pero no son honestas. Mucha gente no sabe o puede distinguirlas.
Pero llevemos esto al ámbito laboral, profesional y empresarial. Hoy se habla mucho de «marca personal» y que uno tiene que desarrollarla. En mi tiempo se llamaba tu «reputación». Pero básicamente es todo lo que hacemos y las señales que mandamos, ya sea estando dispuestos a tomar retos, preparándonos y mostrando el avance de nuestra preparación con «insignias o badges» en LinkedIn o inclusive a través de nuestras publicaciones y presencia en redes sociales. Igual, todo esto puede ser honesto o no. Nuestras señales, nuestra marca personal y nuestra reputación son una tarjeta de presentación que más adelante debemos «validar» con hechos y acciones. Muchas veces los otros podrán decepcionarse de nosotros si no hay congruencia entre la señal y lo que en realidad sucede. Y como decimos, pues «nos quemamos» y luego como dice el dicho «haz fama y échate a dormir» (que sería algo positivo) o «mata un perro y eres mataperros» (que sería lo negativo). Al final serán nuestras acciones las que manden la señal más poderosa.
Ahora bien, algunas personas se empeñan por pulir su marca o imagen personal o reputación a fin de ser atractivos para ciertos empleadores, inversores y clientes. El reto es hacerlo de manera honesta. Como empresas tenemos que saber leer estas señales y separar «la paja del grano». Esto es, qué es real y que no lo es. Para ello, debemos ser muy observadores, cuestionar adecuadamente en las entrevistas y verificar la reputación y experiencia de la gente. Es muy fácil dejarse llevar por las señales brillantes, pero «no todo lo que brilla es oro».
De igual manera los profesionistas deben saber leer las señales de las empresas, los videos corporativos y los discursos de contratación pueden ser muy atractivos, aunque las historias que se escuchan en los pasillos y en el medio pueden contar algo muy diferente. Dentro del trabajo igual, cada uno de nosotros, con su actuar cuenta una historia, muestra símbolos y presenta hábitos que mandan señales a los demás. Unos podrán valorarlo, otros podrán aprovecharse.
Al final, tanto a nivel personal como empresarial debemos de cultivar nuestra imagen, nuestra marca, pero sobre todo nuestra cultura y las señales (las historias, símbolos y rituales) que mostramos ante el mundo y tendrán que ser realmente honestas. Tener claro lo que nosotros valoramos nos puede ayudar a seleccionar a la empresa, clientes, inversores y colaboradores correctos. No todo mundo es para todas las empresas y no todas las empresas son para todo mundo.
Cada cosa que hacemos habla más fuerte que cualquier palabra, promoción o publicidad. Es importante seleccionar las historias, símbolos y rituales que conforman nuestra cultura y los mandos tenemos un gran papel en ello. Estas señales debemos de vivirlas, no solo pregonarlas, esto a fin de que sean señales auténticas y honestas que atraigan a la gente correcta y que nos permita avanzar en el cumplimiento de nuestro propósito. Si la gente se va de tu empresa o no atraes a la gente correcta pregúntate ¿qué señales estoy mandando al mercado laboral?
A nivel personal, tenemos que cultivar las señales que valoran aquellos con quienes deseamos colaborar. Siempre y cuando dichas señales no sean contrarias a nuestra propia persona y valores, de lo contrario, serán señales deshonestas y, al final, deberíamos preguntarnos si realmente deseamos colaborar en un lugar cuyas señales son contrarias a nosotros.
¿Qué señales estás enviando al mundo?