En eventos recientes con especialistas y mandos he notado que, en ocasiones, algunos orbitan a los temas que no pueden controlar. Otros orbitan a los temas que no son como ellos quisieran que sean.
Ciertamente, es posible influir en algunos de estos puntos, para ello se necesita mucho conocimiento, sobre todo del comportamiento humano que es donde veo más preocupaciones, quejas y reclamos. Es muy difícil entender lo que no conoces y mucho más cambiarlo si no cuentas con los fundamentos y herramientas para hacerlo. Antes que frustrarnos, está en nuestra manos el aprender sobre el tema. Lo más simple, comprar un libro, ver un video, asistir a una conferencia, e inclusive, buscar un especialista en el tema. Pero el tema es que hay que hacer algo, el tema es que es posible hacer algo.
Sin embargo, existen cosas que están totalmente fuera de tu control, porque son externas a tu organización o muy elevadas en la jerarquía de la empresa. Entonces, no queda mucho que hacer, aunque en el segundo caso puedes mejorar tus habilidades de influencia y persuasión. Aún así, no hay garantías.
El tema que me inquieta, es ver a la gente preocuparse por las cosas que realmente no pueden controlar. En ese caso no hay nada que puedas hacer, entonces ¿para que preocuparse? ¿Preocuparse cambia algo si no puedes hacer algo al respecto? En mi experiencia no. Y créeme, yo se de preocupaciones sobre cosas que no puedo controlar, y todavía peor, de aquellas que solo existen en mi mente. Pero lo he ido superando.
Algunas vez me comentaron que no se trata de conformarse con la realidad, sino de cambiarla. De acuerdo, pero para mi no es conformismo o «derrotismo», es aceptación. Una vez que aceptas las cosas como son, puedes encontrar las cosas en las que sí puedes influir y a partir de ahí tomar acciones para generar cambios. Sin embargo, enfrascarte en un lamento o recriminación sobre aquello que no tienes ninguna influencia, en mi experiencia, es un caso perdido.
Entonces, hay que separar las cosas en las que sí podemos influir, las cosas en las que podemos influir parcialmente y las cosas en las que no podemos influir o controlar. Y como bien sabemos, el arte está en adquirir la experiencia para diferenciar las tres.
¿Te ha pasado?