Hagamos un pequeño experimento, imagina ¿cómo serían tus días sin el dispositivo en el que estás leyendo este artículo?
¿Cómo sería tu día? ¿Más o menos fácil? ¿Más o menos productivo? Es probable que en unas cosas sea mejor y en otras no tanto (podrías estar menos informado, pero a la vez podrías estar más activo). Aunque en general, es probable que la vida de todos sea algo mejor. ¿Puedes pensar en algo en lo que el dispositivo que tienes en la mano ha mejorado tu vida?
En estos días, mis fuentes de noticias e información están inundadas de artículos discutiendo el impacto, negativo generalmente, de la inteligencia artificial en nuestra es vidas, en el arte y demás.
Y lo que yo percibo en los encabezados, en el cuerpo de los textos y en los comentarios es miedo. Y así tiene que ser, somos una máquina cuyo cerebro está alambrado para la supervivencia. Eso quiere decir que siempre que veamos algo novedoso (algo que desconocemos) o algo que nos afecta (o que parece afectarnos) se disparan nuestras alarmas en automático. Dice Hans Rosling Que nuestro cerebro tiene un apetito por el chisme y las historias dramáticas.
Son justo esas historias las que nos hace darle sentido a las cosas. Sobre todo a las cosas que no entendemos y que nos generan miedo. Las historias nos ayudan a navegar la incertidumbre aunque nos generen una visión distorsionada de la realidad.
Hoy criticamos la habilidad de los sistemas de inteligencia artificial para realizar conversaciones o para crear textos o para generar arte. Y hablamos de esto porque desconocemos y porque en el fondo nos da miedo.
Nos da miedo que la tecnología nos desplace, que nos sustituya, que le quite el toque humano a nuestra existencia.
Bueno pues ¡sorpresa! La tecnología es el toque humano del Homo sapiens en la tierra. Somos un animal que hace y usa herramientas. Y la inteligencia artificial no es otra cosa más que la herramienta más reciente en una larga lista.
Yo no veo a nadie quejándose del abrelatas o de los relojes, pero si hubiera habido internet y redes sociales en aquellas época en que surgieron, es probable que fueran altamente criticados.
En los años 80s tuve acceso a mis primeras computadoras. Y no eran como las de ahora, no había sistema operativo, no había apps. Si querías que la computadora hiciera algo, simplemente tenías que aprender a programar. Escribir el programa, trabajar como loco para corregir los errores, usar el programa, sonreír que funcionó, anotar todo el programa en un papel y luego apagar la computadora y perder el programa, para volver a usarlo tenias que teclear nuevamente el programa (eso antes de la llegada de los casetes y discos de 5 1/2”).
Mi primer programa fue el clásico “Hello world!”. Pero rápidamente evolucione a querer hacer un programa interactivo. Me preguntaba mi nombre y luego escribía “Hola Luis”. ¡Genial!, pensaba para mi adentros, ahora quería tener una conversación con la máquina. Eso no fue tan sencillo, de hecho la tecnología actual es lo mas cercano a eso. Han pasado muchos años.
Siempre me ha interesado la tecnología, recuerdo que en casa de mis papás había una enciclopedia llamada “Cómo funciona” que explicaba el funcionamiento de infinidad de inventos, máquinas y tecnologías. Yo devoré esos libros en las tardes lluviosas del Valle de México cuando no podría salir a andar en bicicleta.
Entender como funciona algo te ayuda a reducir miedos. Yo no tengo miedo de los robots. Yo programé robots, nunca tuve miedo que el robot me desplazara. Yo estaba del lado del mango del sartén y sabía que un robot autónomo era realmente difícil. Sabia las limitantes y los alcances de la tecnología.
Pregúntate ¿sabes cómo funciona en esencia la inteligencia artificial? Si no puedes responder esto, y las diferencias entre el pensamiento humano y lo que hace y puede hacer la computadora hoy, estás en un estado de incertidumbre, que en automático genera miedo . ¿Pero deberíamos estar temerosos de la inteligencia artificial?
Una de las grandes alegrías de mi infancia era que saliera la calculadora Maizoro en la caja de cereal. ¡Que gran herramienta!
Creo que más que preocuparnos de cómo la inteligencia artificial nos va a desplazar, deberíamos preocuparnos de entenderla y aprender a utilizarla. ¿Que grandes novelas podremos escribir con ella? ¿Que grandes textos explicando cosas podremos integrar con ella? ¿Que nuevas corrientes artísticas surgirán con ellas?
No recuerdo haber leído alguna vez esta historia fue escrita utilizando una máquina de escribir. O está novela fue redactada utilizando una computadora. Este cuadro fue dibujado usando pincel sintético o este cuadro se hizo iluminado con velas. Al final admiramos el resultado. Los métodos cambian, las herramientas también.
He escuchado múltiples podcast científicos sobre el estado de la inteligencia artificial y duermo totalmente tranquilo sobre si me va a desplazar o no. Mi preocupación es organizarme y darme tiempo para conocer más al respecto y aprender a usar la herramienta llamada Inteligencia Artificial.
Un mundo sin tecnología es un mundo sin humanos. Hoy tu vida sería peor sin la energía eléctrica, los medios de comunicación, los avances médicos, los satélites y demás (y antes de que me lo digan sí, estaríamos también sin contaminación, pero con esperanza de vida de 25 años, polio y lepra).
Un ejercicio final, piensa que tu miedo más grande, el que la inteligencia artificial progresé, ya sucedió. ¿Cómo son tus días? ¿Cómo cambió tu vida, el arte y demás? A qué le temes ahora en ese futuro. A la mejor simplemente estás emocionado de que te salga algo en la caja de cereal. Seguramente habrá otra novedad, la cual desconocerás y te generará miedo y el ciclo se repite.
La verdadera inquietud es cómo te estás preparando para los nuevos avances, las nuevas tecnologías, las nuevas herramientas. A lo mejor tú vas a ser la persona que inicie la normatividad sobre el uso de modificación genética en humanos, a lo mejor tú vas a ser quien encauce el uso de la inteligencia artificial para controlar el problema de la contaminación del aire y el calentamiento global, a la mejor tú vas a ser quien enfoque el desarrollo robótico para erradicar de una vez por todas la esclavitud “disfrazada” de millones de trabajos repetitivos. A la mejor tú vas a ser el Hemingway, el Shakespeare, el Miguel Ángel o el DaVinci que utilizará la nueva herramienta para crear el género artístico que dominará los siguientes 100 años.
«Hemos organizado una sociedad basada en la ciencia y la tecnología, en la que nadie entiende nada de ciencia y tecnología. Y esta mezcla combustible de ignorancia y poder, tarde o temprano, nos va a estallar en la cara.» – Carl Sagan