Creer que puedes


Durante el desayuno estaba leyendo un libro de Jim Womack sobre el tema de las Caminatas Gemba (gemba es una palabra japonesa que se refiere al lugar del trabajo). El concepto consiste en recorrer la empresa para realmente entender lo que sucede y poder mejorar. Esto está relacionado con una metodología en el cual uno de los retos es eliminar los desperdicios (mudas) que hacen ineficiente la operación.

El título del tema que leí y que llamó mi atención fue «La peor forma de desperdicio» y, casualmente, no tiene nada que ver con la metodología mencionada y aplica prácticamente a cualquier empresa y persona. Womack narra visitas a empresas en un país subdesarrollado.

Ahí Womack refiere que en múltiples ocasiones se encontró con empresas que decían que ellas no podían implementar la metodología. Esto aludiendo a la cultura de su país y de su gente. Así como las limitantes que ello plantea para desarrollar una cultura de trabajo sin desperdicios.

Es ahí donde Womack hace referencia a una frase:

Ya sea que creas que puedes o que pienses que no puedes. En ambos casos tienes la razón.

Henry Ford

Y eso es justamente lo que Womack ha visto en las empresas, lo que yo he visto en otras empresas e inclusive lo que yo he vivido en mi propia persona.

Pensar que no podemos es uno de nuestros grandes bloqueos mentales. Recientemente escribí sobre las suposiciones esenciales y ponía el caso del elefante de circo, en tiempos de antaño, que desde pequeño se le ata a una estaca y, al crecer, cree que la estaca lo detiene aunque podría vencerla fácilmente.

En gestión buscamos reconocer signos del «no se puede» en términos de frases como:

  • «Eso aquí no funciona…»
  • «Nuestra forma de ser no lo permite…»
  • «La gente no va a querer…»
  • Y otras más.

Este pensamiento de creer que no podemos está muy anclado en nuestra psique. Por múltiples razones y algunas muy arraigadas a temas culturales, presiones sociales y eventos de la infancia.

En mi caso, por ejemplo, cuando era pequeño continuamente me decían que era tímido. Y con el tiempo me lo creí. Años después una persona me dijo que yo no era tímido, sino selectivo. Con los años descubrí el tema de la introversión que no tiene nada que ver con la timidez y entendí que yo soy capaz de mostrarme seguro y hablar con mucha gente, grupos y audiencias grandes sin ningún problema.

Aún así, creo que aún hay estacas en mi mente que no me han permitido avanzar en ciertos temas. Continuamente busco identificarlas y tratar de vencerlas, aunque no es fácil pues algunas, con el tiempo, se han enterrado bastante. Sin embargo, creo que en el fondo sí puedo. Que sí puedo vencerlas y en eso me enfoco continuamente. Tal vez no avanzo tanto como quisiera, pero avanzo.

La cuestión es si como profesionista o como mando estás sujeto a estas creencias de que no puedes y las transmites a tu organización creando una cultura de que no se puede.

Sí podemos, esa es la verdad. Solo tenemos que creerlo. ¿Qué te impide creer que si puedes? ¿Qué te ayudaría a creer que si puedes? No existe metodología que ayude a mejorar si primero no creemos que es posible lograr el cambio.

Womack cierra su narración contando de una empresa en ese país subdesarrollado en el cual una empresa, a diferencia de otras, sus gerentes creyeron que sí podían y han trabajado por años para lograr lo que otras pensaron que era imposible. Nada de lo que hoy creemos que no se puede va a cambiar de un día para otro. Toma días, semanas, meses y años de dedicación y todo empieza con creer que si podemos.