¡Odiaba la escuela!
Durante mis años escolares podemos decir que estaba en la cima del desempeño académico. Aunque hay algo que mucha gente no sabe y sucede que ¡odiaba la escuela! y no por que no me gustara aprender, ¡me encanta! Sino porque me costaba mucho entender lo que lo maestros explicaban.
Conforme pasaron los años las cosas empeoraron. Realmente nunca le conté a nadie de mi lucha por entender. Lo que los otros «simplemente entendían» con la explicación de los maestros a mi me tomaba horas y días de diligente estudio para entender. Yo no estudiaba porque quisiera estudiar, lo hacía porque tenía problema para entender las explicaciones que proveían algunos maestros.
A fin de compensar desarrollé «mi propia rutina». Leía los libros de texto, repetía todos los ejemplos y luego realizaba todos los ejercicios hasta que podía decir: «¡Ajá! ¡Ya entiendo!» Era un proceso que consumía mucho tiempo, era desesperante, era estresante. Con el paso del tiempo, y el trabajo duro que puse en ello, aprendí a explicarme las cosas a mí mismo en una forma que los demás no podían hacer.
Sin saberlo desarrollé una habilidad para diseccionar el conocimiento, para replicar los ejemplos de los libros de texto (que en ocasiones omiten pasos) y aprendí a estructurar el conocimiento en una forma que simplemente me hiciera sentido. «¡Si tan solo mis maestros hubieran explicado así», era el pensamiento que rondaba en mi mente. ¡Qué diferentes habrían sido las cosas.
Realmente me sorprendía ver a aquellos compañeros que «entendían solo con escuchar al maestro». Algo que los volvía confiados y no practicaban suficientes ejercicios y eso se mostraba en sus calificaciones. Entendían, pero no aplicaban y cometían errores. Por otro lado, los demás pensaban que para mí era natural, aunque no sabían de la lucha y esfuerzos constantes que tuve que padecer para lograr entender.
Con el paso de los años, tras graduarme de la universidad y entrar al mundo laboral tuve que aprender muchas nuevas cosas a través de escuchar, observar y aplicar mi habilidad para explicarme a mí mismo. Una vez que entendía las cosas pude aplicar y lograr los resultados y el desempeño que se esperaba de mí.
En aquellos tiempos, comencé a realizar explicaciones para otros, aplicando los pasos aprendidos para explicarme a mí mismo y logré tener buenos resultados. Se corrió la voz de que yo sabía y se acercaba a mí para que les explicará. Aunque más que saber, mi habilidad era explicar. Cuando aprendemos a explicarnos a nosotros lo que nos cuesta trabajo entender, estamos un paso más cerca de poder explicar a otros. Por ello creo que todos debemos empezar el camino de explicar a otros explicándonos a nosotros mismos.
Si puedes desarrollar la confianza de explicarte a ti mismo, los siguientes pasos serán mucho más sencillos. Una ventaja es que puedes practicar todo lo que quieras contigo mismo, estás disponible 24/7 y como cualquier otra habilidad, la práctica es esencial para mejorar y lograr la maestría.
Mi aprendizaje fue atropellado, ya en mis años de consultoría, busqué mejores formas de explicar, mi método empírico no era suficiente. Desde entonces ha sido un camino continuo de aprendizaje, práctica, experimentación y mejoramiento. Hoy en día, tras muchos años, me siento con pluma y papel preparando explicaciones para otros, obviamente, inicio explicándome a mí mismo y de ahí preparo las explicaciones para otros, ya sea en temas de capacitación o de consultoría. Hoy tras mucha práctica, y el uso de técnicas adecuadas, puedo escuchar a otros y, sobre la marcha, preparar las explicaciones, improvisando como un músico de jazz en el escenario. Ese es el momento cuando fluyo y en que los otros se sienten apoyados y agradecidos de que estuve ahí con ellos para ayudarles a entender y lograr finalmente ese momento «¡Ajá!».
Afortunadamente, desarrollar la habilidad no tiene que ser tortuoso ni tan lento, existen muchas buenas prácticas que utilizadas adecuadamente dan resultados que tal vez no habías visualizado.
Cuéntame ¿te has encontrado luchando para explicar las cosas a otros? ¿Qué te ha funcionado? En próximas publicaciones compartiré uno a uno las buenas prácticas que me han funcionado.